Capitulo 5

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Todo a mí alrededor era blanco, todo lo que veía, y todo me parecía triste, no había gris en el hospital, pero el rostro de las personas me hacía sentir la tristeza y preocupación del lugar.

Eche mi cabeza hacia atrás y estire mis piernas, no tenía ganas de entrar a ese lugar, dolía estar allí.

-Andrea Rossí, puede pasar.

La enfermera hablo, yo cerré los ojos momentáneamente y suspire.

-Cariño, es hora, vamos- mi madre me hablo, la mire sin ganas de levantarme, pase mi mano por mi nariz.

-Bien- balbucee y me levante.



La sala donde me esperaban era blanca, todo era blanco, quise reír porque odiaba el lugar.



-Hola, Andi, ¿Cómo has estado?- mire al doctor.

-Como siempre, tengo fatiga y dolor muscular por doquier- el asintió.

-¿Algo más?- negué sin muchas ganas de hacerlo- bien, anotare en un rato tus malestares.



Una aguja penetro mi piel, "no dolía, no dolía" o eso quería pensar, suspire.

Estaba mas irritada que de costumbre.


-Andrea, ¿te duele?- estupideces

-¿Qué tipo de pregunta es esa? ¿Qué si duele? Todo el tiempo duele, si no doliera estaría bien, no me pregunte de nuevo si me duele, porque me duele a cada segundo de mi maldita vida.

La cara del doctor se opacó, su mirada bajo al suelo, sabía que había sido grosera, pero no me importaba, tras casi 6 años llenos de dolor no podía seguir fingiendo que no me dolía, y ya no me seguíria haciendo la fuerte, había aprendido a dejar salir mi dolor, expresándolo de esa manera al personal, no era agradable, pero ya no quería seguir de esa forma.

Cerré los ojos, esperando que la quimioterapia hiciera efecto en mí, dormiría hasta que se acabara el líquido.


-Lamento tu dolor Andrea, pero sé que logras salir de aquí, eres diferente a los demás, no te dejaras vencer, y saldrás adelante- oí que susurraba, mientras yo me perdía en un sueño.


Era cierto, era diferente a los demás, estaba enferma y varias veces pude haber muerto, y por eso odiaba serlo, mientras crecía y trataba de sobrellevar mi situación, muchos me vieron diferente y me dieron un trato diferente, pero no uno que yo deseara, mientras yo quería ser una niña normal, ellos me veían como un ser indefenso que debía ser cuidado a toda costa, otros solo me vieron como ese "bicho raro" del cual debían permanecer alejados para no "contagiarse", pero nunca fui diferente, era como todos esos niños, quería jugar, correr, no quería ser diferente, solo quería ser...


Yo.


Quería


Un leve dolor se instaló en todo mi cuerpo, fruncí el ceño, eran varias sacudidas, volteé a la derecha y allí me encontré con los ojos de mi madre, que me daba una sonrisa triste.

Movió sus labios con lentitud.


-Qué bueno que estas despierta.


Solté un suspiro, para mí no era nada bueno seguir despierta, lo que quería era dormir, y nunca despertar, esta pesadilla se había extendido por muchos años. Hice un enorme esfuerzo y levante mi cuerpo.


-No te esfuerces cariño, tómalo con calma.- mi mamá se escuchaba preocupada, pero no importaba demasiado, yo nunca me sentía bien, así que mis malestares de ese momento no eran... tan diferentes.


-Estoy bien má, sabes que no necesito tanto cuidado- era mentira, si necesitaba cuidados, pero me gustaba pensar que no era tan necesario.


Me ayudaron a llegar al auto, odiaba ser tan torpe después de las quimioterapias, ni siquiera era capaz de ponerme correctamente un cinturón de seguridad.


-Déjame ayudarte- asentí a mi madre, ella abrocho el cinturón, mientras yo recargaba mi brazo en la ventana del asiento del copiloto, realmente no aguante mucho tiempo en esa posición, me dormí por el cansancio del líquido que me habían puesto antes.


-Pss, Andrea... ¡despierta hermana!- di un saltito, Benjamín nunca se controlaba.

-Cuando tú duermes nunca voy a molestarte de tal forma.- regañe con enfado.



El solo comenzó a reírse, si, ese era mi hermano, años atrás reiría con él, pero no en este momento.


-Vaamos, debes reír, al menos inténtalo- negué y trate de levantarme, pero estaba débil así que mis rodillas casi cayeron al piso, mientras veía mi acercamiento al piso mi hermano me tomo de la cintura y me levanto.


-Hey, vine para ayudarte no para verte caer.- resople.

-No ayudas, déjame entrar sola.-trate de separarme de él, pero no lo permitió.

-Dije que estoy aquí para ayudar, no te voy a dejar.- suspire, no me quedaba de otra, di dos pasos, y entonces vi cómo se desvanecía mi vista.


-agh...



Dolor, era lo único que sentía, no, lo que sentía era impotencia, la ventana estaba allí, frente a mi cama, mis libretas y libros estaban allí, en ese estante, estaba en mi cuarto, y si no me equivocaba, estaba allí porque me había desmayado.


-Ben...jamin...- susurre, no hubo respuesta, me sentía inquieta, pero sabía que mi condición física no era la más deseada, y que no podía valerme por mi misma para ir a la cocina siquiera.


Ni siquiera, podía mantenerme despierta el tiempo suficiente para poder continuar llamando a mi familia, volví a dormir.

D I F F E R E N TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora