6. Jonawagon

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Les recuerdo que este capítulo fue escrito por sgtkillerqueen 💖

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El clima en aquel lugar inhóspito era cruel, incluso siendo el principio de la primavera. El frío podría llegar a ser muy duro, eso sumado a las fuertes ventiscas que se levantaban de un momento a otro. Pero esa era una de las cosas que más le gustaba a Roberto; de alguna extraña manera, el frío lo hacía sentirse vivo.

Lejos de la gente y del ruido descansaba varias veces al año, él y sólo él en comunión con las montañas, el río y el inmenso cielo de Suiza.

Pero ese día aquel clima que tanto disfrutaba le jugó una mala pasada. Estaba llevando un poco de leña por el camino que va desde un pequeño poblado hasta su cabaña, más adentrada en la montaña, cuando tropezó con algo y cayó en la helada escarcha, desparramando además los troncos que cargaba.

Luego de quejarse unos momentos, se percató del agudo dolor de su tobillo, así que decidió quedarse sentado entre unas rocas hasta poder incorporarse, abrazándose las piernas y frotándolas con sus manos, tratando de entrar un poco en calor.

Al cabo de varios minutos, se encontraba absolutamente exhausto: todos sus intentos por ponerse de pie habían fracasado.

Aún le faltaba como un kilómetro para llegar y bien sabía que no era buena idea quedarse quieto en el exterior y con la temperatura tan baja, pero nada podía hacer.

"No deberías ir solo al medio de la montaña, podrías necesitar ayuda o tener algún accidente", Roberto recordó las palabras de su hermana Erina. Tendría que darle la razón, bueno, eso si no lo encontraban congelado.

Así que allí reposaba, esperando sentirse por fin repuesto para continuar con la caminata, mientras el viento jugaba con su largo cabello rubio y escuchaba el ruido de una cascada no muy lejos, aunque a simple vista no podía divisarla.

No sabía cuánto tiempo había pasado exactamente, pero se sintió como un milagro en el momento justo: una persona pasaba caminando por aquel desolado lugar, luchando contra el viento y contra el pesadísimo equipo de esquí que traía en la espalda.

—¡Heey! — gritó Speedwagon lo más fuerte que pudo mientras levantaba y agitaba los brazos.

Increíblemente ese llamado bastó para conseguir la atención del sujeto, que comenzó a acercarse a paso lento pero firme.

A medida que se aproximaba notaba lo alto que era este hombre. Alto y enorme. Tanto que su figura tapó el sol por completo cuando le extendió una mano.

—No creo que pueda pararme...— se lamentó Roberto luego de intentar apoyar su herido pie.

El hombre se sorprendió notoriamente, pensó unos segundos y luego le ordenó:

Hasta Que Te ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora