Ella es dulce, pero es una psicópata. Es ardiente, pero una psicópata.
Pero esa psicópata era amada y deseada por todos.
Pero poco sabía yo que era a mí a quien ella quería, a quien necesitaba, a quien amaba.
Solo a mí.
Su nombre es Jennie Ruby Jane...
"No puedes volver atrás y cambiar el principio. Pero puedes empezar de donde estás y cambiar el final." - C.S Lewis
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JENNIE RUBY JANE KIM
¿Quién... soy? Eso fue lo primero que me vino a la mente.
Me siento confusa. Mi cabeza, envuelta con un paño para mantener las hierbas intactas, me palpita de dolor.
Al comprobarme, no tengo ni idea de quién soy. Me siento desconocida, extraña e... incompleta. Me siento como una cáscara vacía.
Me despierto en el interior de una pequeña cabaña; el techo está cubierto de Nipa seca, maderas y pajas. Miro a mi alrededor y veo una maceta colgante con una pequeña silla de madera y un armario lleno de macetas de barro.
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El hogar es sencillo, pero me hace sentir incómoda. Siento que no estoy acostumbrada a este lugar.
Pero el aire fresco de la naturaleza, el piar de los pájaros, la gente que canta y ríe hasta la saciedad, me hacen sentir tranquila. Pero entonces una pregunta persistente me hace dudar.
¿Dónde estoy? ¿Y cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué tengo la cabeza vendada? Lo último que supe fue...
"Ay." Hago una mueca, el pitido en mi oído me lastima los tímpanos, me duele la cabeza. Me aprieto con cuidado las sienes y me las masajeo, cuando de pronto escucho crujidos acercándose.
"¡Oh, estás despierta!" Entra un chico de aspecto jovial, con el pelo húmedo cortado en forma de hongo, y trae puesto un baji tradicional de color gris, y un jeogori verde beige.
Mis ojos se entrecierran, y con el dedo índice apunto hacia él. "¿Quién er-"
"¡Déjame llamar a mi padre y a Halmeoni!" El chico sale corriendo inmediatamente.
Retiré mi mano, confundida de él, de mí, de este lugar, de todo.
Mis pensamientos vuelven a la realidad cuando oigo varios pasos acercándose. Y allí lo veo de nuevo, con un hombre y una mujer, ambos mayores que me sonríen.
"Por fin te has despertado. Llevas días durmiendo."
El hombre de unos 40 años sonríe, también lleva puesto lo mismo que el chico, excepto la Ahjumma, que está usando un hanbok.
"¿Quién... eres tú?" Mi voz suena pequeña con mi garganta seca, pero lo suficiente para que me oigan. El chico se acerca a mí, ofreciéndome la mano con una suave sonrisa.
"Hola, soy Hanbin. Mucho gusto." Dudo en tomar su mano, así que él toma la mía y la estrecha. Luego señala a los ancianos que están detrás de él.
