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EPÍLOGO

Un año después.

Cuando Taeyong se despierta, el sol se desliza lentamente detrás de la línea del horizonte, sus últimos rayos chocan y rompen contra el paisaje, largas y afiladas láminas de luz fragmentadas por sombras geométricas aún más largas. Es este momento del día, entre la tarde y la noche, cuando la oscuridad todavía es azul pálida, tímida, y la luz arde con rojo y rosa y un toque de oro que todo se siente al mismo tiempo saturado y suave, superpuesto con filtros estéticos.

Hay sobras en la nevera, pero Taeyong ignora la comida real a favor del chocolate. Chocolate con leche, casi demasiado dulce para él, pero a JaeHyun le encanta tanto, le encanta su sabor en Taeyong, el azúcar en su sangre.

Taeyong se sienta en la silla en el medio de la cocina y observa cómo el sol se desangra detrás de los edificios, escucha el sonido de los autos corriendo escaleras abajo mientras las sombras se vuelven más densas y llenas, más audaces, a medida que sus ojos se acostumbran a la avanzanda oscuridad, más profunda.

El reloj colgado en la pared marca las ocho cuando se levanta, tira el envoltorio vacío del chocolate y avanza suavemente por el pasillo, deteniéndose en la primera puerta a la derecha.

No llama. No hay necesidad de llamar, JaeHyun no lo escucharía de todos modos, es demasiado pronto para él. Taeyong entra silenciosamente, asegurándose de cerrar la puerta con cuidado a su espalda a pesar de que el sol ya se ha puesto detrás de las colinas. Camina lentamente hacia la cama, con cuidado de no golpear nada en la completa oscuridad de la habitación.

Cuando tropieza con algo que está en el suelo, ¿ropa? ¿Libros? ¿El cable telefónico de JaeHyun? Este chico es tan desordenado que Taeyong tendrá que regañarlo más tarde, un recuerdo se arrastra en el borde de su mente. Hace un año, antes de que él y JaeHyun comenzaran a salir, antes de todo ese gran lío que lo llevó a él y a JaeHyun a salir, se coló en la habitación de JaeHyun mientras dormía. No recuerda por qué hizo eso, tal vez tenía algo que preguntarle a JaeHyun, tal vez estaba enojado, tal vez solo tenía curiosidad. Hay tantas cosas de las que se ha olvidado esos días. Es como si algunos recuerdos fueran tan brillantes y vívidos en su mente que todo lo demás se desvaneciera en la oscuridad. Lo que Taeyong recuerda es la forma en que JaeHyun lo inmovilizó contra la cama y besó su cuello, un noventa por ciento de instinto y un diez por ciento de intento de callar a Taeyong y volver a dormir. Taeyong había sentido que su corazón iba a estallar en llamas, como si estuviera iluminando desde adentro. Entonces JaeHyun se había despertado y se había sentido tan decepcionado con Taeyong, que incluso le pidió que no lo volviera a hacer nunca más.

Taeyong se ríe entre dientes ante el recuerdo, cómo esas palabras habían sido un cuchillo apuñalándolo donde más le dolía, en todas sus inseguridades. Quería que JaeHyun confiara en él incluso cuando estaba en su punto más vulnerable y JaeHyun simplemente se había asustado. Resulta que JaeHyun solo tenía miedo de perder el control y besarlo por error. O peor aún, morderlo. Que imbécil. Como si Taeyong se hubiera quejado.

JaeHyun, afortunadamente, levantó la prohibición de compartir la cama tres meses después de su relación (Todavía no duermen juntos, sus horarios chocan demasiado y JaeHyun tiene la fea costumbre de aferrarse a Taeyong y no dejarlo ir durante horas, a pesar de los quejidos de Taeyong) pero al menos ahora Taeyong tiene derecho a abrazar a su propio vampiro cuando quiera.

El bulto de mantas que yacen en la cama está completa y anormalmente quieto, pero cuando Taeyong levanta la esquina del edredón, sale un único gemido. Taeyong lo ignora y se desliza debajo de la manta, uniéndose a su novio en la cama.

Hace frío, como entrar en una tumba, y Taeyong se estremece, pero no se asusta cuando JaeHyun lo rodea con el brazo, incluso si hace que todo sea aún más frío.

Bajo la Luna y el Sol ☪️ JaeYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora