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Que Kim Junkyu fuera despistado no era secreto para nadie pero todos se preguntaban.
¿Que tan despistado podría llegar a ser?
Fácil, muy, muy pero muy despistado.
Kim recuerda que había una niña bonita quien siempre le hablaba pero su timidez y el estar metido en otros asuntos como para ponerle atención al cien porciento no ayudaba.
No recordaba a sus compañeros de clases a excepción de su ex mejor amigo con quien había perdido comunicación y aquella pequeña pelinegra quien en un primer día de escuela se pego a él cual chicle a una chancla.
Kei SooAh.
La chica se convertio en su mejor amiga y la primer chica quien había robado su corazón.
Porque si, Kei SooAh había logrado lo que Heeyoung no pudo en años.
Actualmente no eran nada ya que anteriormente lo intententaron pero no habían llegado a mucho. Solo bastaron tres meses para que se dieran cuenta que no eran compatibles.
Así como también esa relación habían sido secreta, ni la madre de él lo sabía.
Quedaron como amigos.
La llegada de aquella bonita pelinegra casi castaña, Heeyoung, mantuvo agitada toda la semana, una hermosa chica joven había llegado.
—¿La hija de los Nakahara? ¿Quien es ella? ¿Kang Heeyoung?—preguntó por llamada a su madre.
Su madre lo regaño por no recordarla.
—Llevas años conociéndolacomo es posible que me preguntes por ella. No tienes remedio Kim Junkyu.
No mentiría, la chica le parecio hermosa la primera vez que la vio pero hasta ahí.
Su rostro se la hacia conocido pero no lograba dar con su rostro en aquellos vagos recuerdos.
Él realmente no recordaba a ver visto a esa chica en su salón. Y tampoco quería causar un problema acerca de eso, limitándose a negar sobre la existencia de ella en su vida.
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