Capitulo quince.

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| Dedicación: ya no hay mas comments para dedicación, jaja.

Capitulo quince: Cambio.


ELLERY BASTTER.

Y aquí venía. La típica y famosa caminata de película en el pasillo del instituto, esa que se sentía que sucedía en cámara lenta, con movimientos tan sensuales y precisos que el momento rozaba la linea entre lo ridículo y lo impactante.

La pequeña, y a la vez gigante diferencia, es que la típica y famosa frase "quisiera saber lo que ahora estaba pasando por sus mentes" no iba para nada conmigo. Porque jodidos que yo si sabía lo que pasaba por sus mentes. Por las de todo el instituto técnico de Stockbridge.

"¿Quien es la nueva?" "Jodeeeeer, ¿Es la rarita de química?" "No me jodas con Ellery." Y asociados.

Wow, al menos alguien se sabía mi nombre.

Ah, no.

Esperen.

Ja.

Era nada y nada menos que...

—Chay. —Me quejé, cuando éste me tomó de los hombros y me observó horrorizado de arriba a abajo.

—¿Qué mierda? —Dijo. Y de pronto su semblante cambió de horror a encanto en un pestañeo. —No tenías que cambiar tú forma de ser por mi, blanquita. De ambas maneras te follaría muy duro. ¿Quieres que paseemos por el cuarto del conserje? Prometo chuparte tan bien que ni recordarás donde estamos. ―Lejos de asquearme, solo alcé una ceja. Porque Chay dijo eso de una manera bastante diferente a las otras, su mirada perversa y sucia...estaba tensa. No llena de seguridad y confianza como solía.

Aquí había gato encerrado. Y yo pensaba destriparlo de nuevo.

Pero también pensé....¿De verdad su ego era tan grande que pensaba que había cambiado específicamente por él?

—Sí, claro. —Dije, con ironía. Realmente mis ganas de rebatirle y buscarle la cuarta pata a Chay estaban por el subsuelo. Había pasado toda mi vida siguiéndole toda la mierda a sus diarreas verbales que ahora aquello también formaba parte del reciente gran cambio.

No más discusiones sobre quien quiere follar y quien prefiere rebanarse el clítoris antes de follar al otro con Chay Foley.

Entonces, como si el momento no fuera lo suficientemente extraño...el semblante de Chay se descompuso.—¡Fuiste! ―Saltó. ―¡Joder, fuiste! Los...Los elementos...ahora se mostrarán....uno a uno.

«Ella fue...la dejé irse....no, no, no....la dejé sola....la dejé irse sola...un puto día...sola...»

Sus pensamientos eran un desastre, muy confusos. Y tratar de leerlos solo hizo que un dolor de cabeza con un punzón fuerte, me hiciera gemir en respuesta.

Joder y más joder.

Era como si la mente de Chay ahora tuviera una capa protectora que me repeliera, que no me permitiera leerlos con soltura. Cosa que nunca antes me había sucedido con él.

Las manos de Chay me sostuvieron cuando el fuerte dolor de cabeza amenazó con hacerme caer tiesa en medio del pasillo. Las miradas de muchos estaban plantadas en mi, en ambos. Pero de pronto, los estudiantes pasaron de nosotros como si ni siquiera existiéramos en su mundo, en su dimensión.

¿Qué...?

—Tengo que decírselos. Joder, tengo que hacerlo...

—¿Decir qué a quién?— Respondí, más perdida que un camaleón en un arcoíris.

Chay apretó sus labios, como muy consciente de que había cometido grandísimo un error soltando su lengua, o quizás también en algo más.

Y luego, sorprendiéndome, dejándome grandemente descolocada, pronunció aquellas caóticas palabras:

—Léelo de mi mente, como siempre haces, Beah.

Y antes de que pudiera bombardearlo con la diarrea extrema de preguntas que vendría luego de los segundos de mi shock paralítico, Chay se fue caminando a paso fugaz tan de repente, que hasta me dejó media mareada. Y nuevamente, sentí varias miradas encima mío, como si regresara al momento justo antes de que Chay se hubiera acercado, cuantos solo miraban.

Esos pequeñísimos minutos se habían sentido demasiado extraños, incluso con toda la extrañeza nueva de Oxidus que había experimentado, esta se sentía igual de rara. Aun más.

Ya me había presentado en la escuela. Ya la mayoría de las personas me habían visto. Básicamente ya había "asistido" al instituto. La primera parte de mi plan; La asistencia. Estaba completa.

He aquí donde iniciaba la segunda parte; La huida.

Salir del instituto técnico de Stockbridge era demasiado fácil. ¿Por qué? Porque la delincuencia aquí escaseaba, por lo que tener más de un guardia en la puerta sería un gasto innecesario. Y el único guardia que estaba, tenía un horario bastante predecible el cual me había aprendido sin ni siquiera necesitarlo.

Se sentaba los primeros diez minutos de la primera hora de clases y luego, se levantaba a por su café italiano, duraba más o menos quince minutos pues también recorría todo el pasillo para dirigirse a la cafetería, directo hacia la maquina expendedora donde abogaba por su empaque de galletas saladas clásicas.

Y si estaba en lo correcto -lo que probablemente era un sí- solo tenía que esperar diez minutos y cinco segundos, pues el timbre sonaría...

"diiiiiiiiiiin"

...Justo ahora.

Pero...¿Qué coño haría en los diez minutos restantes?

Solté un suspiro, y seguido, un bufido. Era mi ultimo año de instituto y una falta podía hacer un daño grave a mis calificaciones de asistencia.

Pero...pero...yo realmente quería volver a Oxidus.

Fue una decisión en ese mismo instante. Me alejé de la pared y caminé con paso decidido hacia la salida. El guardia estaba ahí, en su silla cutre y desde que plantó sus ojos en mi, miles de secretos de su mente fueron traspasados a la mía.

―Señorita, no puede salir. ―Me dijo, educadamente. Casi me sentí mal por lo que estaba a punto de hacer. Casi.

―Oh, Mario. Claro que me vas a dejar salir... Y sin decirle una sola palabra a algún superior. ―Alcé una ceja.

Mario, el guardia frunció el ceño. ―Devuélvase a su clase, señorita.

―Me vas a dejar salir, Mario, de lo contrario...creo que a tu jefa, la coordinadora, no le va a gustar saber los videos que tienes de ella y el conserje follando detrás del teatro. Ese con el que te masturbas cada que tienes oportunidad, ese con el que descubriste que eres bisexual ya que no sabes quien te gusta más entre la polla rosada del conserje o las tetas sobresalientes de la coordinadora, y ese que publicaste en una página de porno sin consentimiento.

Los ojos del guardia se abrieron a más no poder, sus manos se dirigieron rápidamente a la pistola de su cadera y dio un paso tentativo hacia mi.

―No te hagas el estúpido, ambos sabemos que esa arma ni siquiera está cargada. Ahora déjame pasar... ―Di un paso hacia delante. ―Y si puedes, hasta olvida que me has visto y lo que ha pasado.

Mario pestañeó varias veces, perdido, y su expresión de miedo pasó nuevamente a un ceño fruncido cuando se hizo a un lado y me dejó pasar sin problemas.

Incluso hasta me sorprendí un poco. Tenía pensado como que daría un poco más de pelea. Pero es como si...hubiera obedecido ciegamente a mis ordenes...

Sin embargo, tampoco le di muchas vueltas al asunto, salí pitando de allí.

Iba a ir directo a la farmacia donde compramos las pruebas de Renna, iba a abogar por un pase a Oxidus.


Holaaaai.

B, Yil.

Oxidus. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora