CAPITULO 8

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 NOS VAMOS

En cuanto desapareció el campo de fuerza todos corrieron hacia ella incluyendo a la reina quien fue rápidamente empezando a curar sus heridas—no funciona—sonaba desesperada—por más que intento curarla no funciona—continuo intentándolo.

-déjame intentar—me arrodille hacia ella.

-tu ni siquiera puedes copear mi poder—hablo enojada.

Continúe acercándome hacia ella ignorando todo lo que avía dicho—te vas a sentir un poco débil—le agarre la mano e intente absorber gran parte de su poder, mis ojos se pusieron grises por cada cantidad de energía que absorbía, pero cuando intente curarla no funciono—mierda—la cargue en mis brazos transportándonos a un hospital especialmente para nosotros.

Al llegar vi que varias personas se transportaron hacia el hospital— ¿en dónde está?—pregunto su madre.

-la están atendiendo—dije sin mirarla a los ojos—lo lamento.

-¡no te quiero ver aquí!—lo dijo tan enojada que salí corriendo del hospital.

Al salir corrí tan rápido que ni siquiera note en donde estaba, mire a mi alrededor pero como siempre habían solo árboles, no le di mucha importancia y continúe caminando por todo el bosque hasta que comenzó a anochecer, mientras caminaba llegue a un punto en el que ya no se veía nada de nuestras casas ni el pueblo solo eran árboles y unas pequeñas luciérnagas que hacían un camino, comencé a seguir el camino de luciérnagas hasta llegar a un gran lago en el que se podía ver todo el universo al voltear al cielo, era tan increíble, camine hasta la pequeña orilla de aquel puente y me acosté ahí, solo se escuchaba el sonido del agua, el sonido de los grillos y el de algunos pájaros era tan silencioso, era perfecto.

Decidí quedarme ahí toda la noche, en cuanto amaneció me transporte directamente a mi baño entrado en el deshaciéndome de toda la ropa sucia y la sangre seca que tenía en el cuerpo, al mirarme al espejo no me reconocí, mis pants estaban rasgados mi playera también, mis nudillos aún seguían rojos por la sangre, tenía pequeñas manchas en la cara, decidí alejarme del espejo metiéndome al agua notando como se iba poniendo cada vez más roja.

Al salir de la ducha me cambie rápidamente volviendo a entrar al baño, hoy es el día, ayer casi mato a alguien y hoy me tengo que ir a la guerra. En cuanto termine de arreglarme salí del baño encontrando a mi madre sentada en la orilla de mi cama mirando una foto de cuando era niña—mama no llores—me acerque a ella limpiando sus lágrimas—solo serán unos meses—intente calmarla.

-no quiero que te pase nada—hablo con la voz quebrada.

-estaré bien—dije dándole un abrazo.

-no quiero que te vayas—se paró de la cama dejando la fotografía en su lugar.

-yo tampoco quiero ir pero tengo que hacerlo—la mire con tristeza, estaba a punto de decir algo cuando alguien toco la puerta.

-adelante—conteste.

-señorita Keyla, la reina requiere su presencia en la mansión—hablo el guardia que se encontraba parado en el marco de la puerta.

-voy en un minuto—dije antes de que se transportara—en seguida vuelvo—voltee a ver a mi madre para después transportarme a la mansión.

Cuando llegue el guardia de antes me abrió la puerta dejándome pasar, al entrar me quede parada en la puerta sin decir nada hasta que se acercó a mi dándome una fuerte cachetada en la mejilla derecha—que te pasa.

-¡qué te pasa a ti, casi matas a alguien y todavía desapareces!

-perdí el control.

-creo que todos lo notaron—hablo enojada.

RED MOON DESCONTROLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora