19.

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PRIMERAS IMPRESIONES
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—Has estado espléndida—la puerta del camerino compartido se abrió de par en par, para darle lugar al hombre más desaliñado nunca antes visto.

—Te creería si es que de veras me hubieses visto.—sonrío con picardía y le señalo su camisa—. Esta mal abrochada.

—Ya te he visto bailar lo suficiente para saber que hoy deslumbrarías a todos.—se acercó y besó mi mejilla—. Estas son para ti.

—¿Por qué tengo el presentimiento de que intentas compararme con flores, Nicholas?—me rio mientras admiro el preciso bouquet de rosas.

—Jamás haría tal cosa, me ofende que si quiera lo pienses—lleva dramáticamente una mano a su pecho, guiñándome un ojo.

La cantidad de hombres y mujeres que habían sucumbido ante esa sonrisa era inmensurable.

Andrew Nicholas Anderson era algo indescriptible. Su cabello rubio, usualmente cubierto de gel y peinado a la perfección, ahora lucía todo revuelto, como si acabara de despertarse. Su camisa estaba mal abrochada, y podría haber jurado que antes llevaba un chaleco puesto. Aún así nada de eso era suficiente para opacar lo apuesto que era. Y él maldito lo sabía.

—¿Quién ha sido el desafortunado esta noche?—inquiero mientras me deshago de mis zapatillas, liberando mis pies.

—Un tenor principiante, no tienes idea la sinfonía de su voz cuando-

Mi zapatilla salió volando directo hacia su cabeza interrumpiéndolo.

—¿Te importa, Drew? Intento poder dormir esta noche.

—Aw mi inocente y puritana Lydia. Apuesto a que solo estás celosa. Más no deberías estarlo, una decena de hombres estarían más que dispuesto a cortejarte, si tan solo tu dejarás de espantarlos.

—Estoy bien así, gracias. Ahora ve y ponte decente mientras me cambio. La gala ya ha comenzado y nosotros aún seguimos aquí.

—Ay querida, los reyes jamás llegan tarde, el problema está en el resto por llegar temprano.

Fallando en mis intentos inútiles de contener la risa, me dirijo hacia la puerta.

—Vete, eres mala influencia.

—Me quieres de todas maneras—sin advertencia alguna besa mi mejilla, y rápidamente sale del camerino chocándose con alguien.

Cambio mi vista hacia el hombre contra quien se ha estampado, lista para pedir disculpas por el inadecuado comportamiento de mi amigo, pero mi voz permaneció atascada en mi garganta.

Su expresión era indescifrable, algo que jamás me había sucedido antes, ya que solía poder leerlo como un libro abierto. O al menos eso era lo que creía, claro.

—Theodore, que agradable verte por aquí—le puse fin al incómodo silencio, intentando ocultar todo rastro de falsedad que esa simple oración pudiese contener.

—Has estado increíble, solo pasaba por aquí para felicitarte. Me disculpo si he llegado en un momento...inoportuno—su mirada se posó sobre mi hombro por dónde Andrew se había marchado.

—Está bien, no eres inoportuno, solo me has tomado por sorpresa, eso es todo.

Su boca se abrió como si quisiera decir algo, pero pareció arrepentirse.

LITTLE WOMEN|| 𝑚𝑎 𝑏𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora