Parafraseando al escritor José Emilio Pacheco; me acuerdo o no me acuerdo, qué año era aquél, ya había internet pero no de banda ancha, tan solo de línea telefónica más lento que un caracol y se cortaba al levantar el teléfono arruinando la conexión.
A todas las personas preocupadas por el sexo o qué dicen que tuvieron una mala primera vez, debo decirles que así es la vida, pocas o casi nunca te salen las cosas como las planeabas, eso solo pasa en las películas porno y quizás ni en esas salga bien ya que siempre son aburridas de cojones.
En la vida real, en los tríos puedes quedar de lado comiendo un sándwich o al terminar puedes golpearte el dedo pequeño del pie, incluso puedes enfermarte y hacerlo gripiento y con tantas pastillas encima que serias una farmacia.
Mi primera vez no fue la excepción, no fue perfecta, de hecho no fue algo que pudieras llamar agradable... pero debo aceptar que si fue excitante. Antes de que me digan es eso es contradictorio, debo explicar que una situación puede ser excitante pero el sexo no por eso puede ser perfecto o agradable.
Recuerdo bien que tenía 13 años, iba en secundaria y tenía novia hace algunos meses. Una chica guapa del salón de junto, una chica de piel clara, nariz respingada, ojos negros y muchas pecas llamada Miriam. En esa época todo era más "inocente" los noviazgos era muy puros, salvó excepciones claro. El sexo no estaba difundido en todos los canales de televisión, pocos tenían internet, además era muy lento y aunque parecía extraño pocos lo hubieran utilizado para buscar porno.
La vida pintaba bien, acababa de cumplir 13, tenía una novia bonita, de las más bonitas de la secundaria, tenía buenas notas y aunque mi vida sexual se limitaba a mi mano y a la suerte de que en ocasiones el canal 11 un canal de televisión pública pasará los domingos alguna película clasificación C para adultos con escenas sexuales y si veías tetas seguro tenías suerte o también que el azar llevará a mis manos alguna revista de Playboy la cual era muy famosa por sus fuertes imágenes que después se verían opacadas por una era del internet que demostrarían lo mojigatas de sus publicaciones.
A Pesar de lo bien que me llevaba con mi novia y lo apasionado de besos y algunas caricias que siempre terminas con sus manos alejando a las mías de su trasero respingón, no fue con ella con la que perdí la virginidad si no que fue con una desconocida hasta ese momento.
Todo inició unas semanas antes cuando en la fiesta de cumpleaños de un tío mío, unos primos presumían que harían una fiesta y que no habría adultos ya que mis tíos saldrían unos días dejando a mis 2 primos solos en casa, ambos ya mayores que yo uno tenía 15 y el otro 17.
—Puedo ir?— dije esperando ir a una fiesta de preparatoria donde no habrían adultos, una oportunidad que sonaba estupenda.
—No, para que te queremos si estás muy mocoso.
—Si me dejan ir a mi y algunos amigos llevo 2 botellas nuevas de tequila que guarde de la fiesta de navidad— les dije pensando que no se negarían.
—Ok, ven pero no se te olviden las botellas— me dijo uno de mis primos mientras miraba a su hermano pequeño —El chupe es lo que luego es más difícil de conseguir— no lo decía por la dificultad, más bien por el precio que tenía suministrar todo en una fiesta.
Así pues el siguiente lunes me dispuse a invitar a algunos amigos a la fiesta y les explicaba cómo sería todo, cuando y donde era, todos se emocionaron y dijeron que irían y cuando invite a mi novia me dijo de inmediato que sus padres no la dejarían ir así que simplemente pensé en ir con mis amigos a la fiesta.
El día acordado era un viernes y sorpresa todos mis amigos me habían dejado colgado, claro no podía ser diferente después de todo solo teníamos 13 años y a mi me iban a dejar ir solo porque dije que iría a jugar con mis primos en la playstation pero seguro que para mis amigos sería imposible.
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CAMINANDO HACIA LA NOCHE
NonfiksiMe gustaría decir que estas son historias 90% reales, pero por cuestiones legales diré que todo es ficción (guiño, guiño) cualquier parecido con la realidad, total o parcial es mera coincidencia (guiño, guiño)