I. De dos a ¿tres?

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Dazai y Chuuya regresaban a casa después de un horrendo día de trabajo, habían tenido mucho papeleo y misiones por realizar, Dazai en la Agencia Armada de Detectives y Chuuya en la Port Mafia.

Si, después de unos años de haberse conocido, el castaño decidió dejar atrás a Mori y unirse al presidente de la Agencia ¿La razón? Nadie la sabía, ni siquiera Chuuya, que al enterarse de la acción de Dazai, se molestó tanto que terminó embriagándose y llorando en la sala de su casa.

No entendía por qué Dazai lo había abandonado, incluso después de haberse confesado y haber iniciado una relación. Chuuya estaba tan lastimado, y obligándose a enterrar el amor que sentía por Dazai, aceptó un trabajo fuera de la cuidad, con tal de no ver al castaño.

Osamu al enterarse que Chuuya se había ido, sintió un profundo dolor, aún se cuestionaba si había sido buena idea no contarle nada al pelinaranja la razón de su salida de la Port Mafia, al final ese lugar y su ambiente eran todo lo que Nakahara conocía.

Dazai había perdido todo contacto con Chuuya y también sobre su paradero, así pasaron un par de años en los que cada día lo extrañaba más, no mentía al decir que amaba al más bajo con toda su alma y hasta había planeado varios escenarios donde le pedía perdón a Chuuya y rogaba porque regresaran.

No fue hasta en un misión que tuvo Dazai con Atsushi, que lo volvió a ver.

Ahí, peleando lado a lado con Akutagawa, estaba Chuuya, ambos utilizando sus poderes para derrotar a los enemigos a los cuales se enfrentaban, no les era difícil. Atsushi miraba con temor a Akutagawa ya que, en ocasiones anteriores se habían enfrentado.

El resultado: Atsushi siendo amputado de una pierna a manos del azabache y éste con una sonrisa de satisfacción.

Dazai por otro lado no dejaba de ver a Chuuya, estaba fascinado con cada movimiento que el pelinaranja realizaba al momento de pelear, no había cambiado nada y eso llenó de nostalgia al castaño. Cuando ambos agentes vieron que el ejecutivo y el perro de la Port Mafia habían terminado su labor, Dazai aprovechó para salir y enfrentar de una vez por todas a Chuuya.

Fue mala idea y Osamu lo sabía más que nadie.

— Dazai-san, no vaya.— repetía Atsushi aterrado mirando como Dazai salía de su escondite y se dirigía a ambos mafiosos, no le quedó de otra que acompañarlo a pesar del terror que invadía su cuerpo.

Se posicionó a su lado y fue cuando Chuuya y Akutagawa voltearon a verlos, el par desconcertado de ver a los detectives enfrente de ellos.

Chuuya se sorprendió bastante al ver a Dazai después de mucho tiempo, lo analizó de pies a cabeza y se dio cuenta de algo. 

Estaba demasiado cambiado físicamente, ya no portaba el vendaje impidiendo ver uno de sus ojos, usaba una gabardina café en vez de negra y sobre todo, se dio cuenta que su mirada ya no estaba llena de maldad, superioridad y desprecio hacia los demás, al contrario, se veía lleno de luz, y su sonrisa, esa maldita sonrisa que en ese momento le estaba regalando.

Chuuya hizo una mueca de desprecio hacia Dazai escondiendo su corazón y como éste latía rápido, estaba seguro que si no lo controlaba Akutagawa podría escucharlo y lo que es peor, Dazai también.

— ¿Qué hacen aquí?— preguntó el azabache dirigiéndose a las dos personas que tenían enfrente. Atsushi retrocedió por inercia mientras que Dazai seguía sonriendo, solo que menos que antes.

— Estábamos en una misión y de casualidad quedaba cerca de aquí.— explicó el albino evitando mirar a Akutagawa y que se diera cuenta de cuan nervioso lo ponía.

— Vámonos, Akutagawa. Nuestro trabajo terminó.— dijo Chuuya dándose la vuelta dispuesto a irse sin dirigirle la palabra a Dazai.

El azabache estaba por obedecer cuando vio como Dazai corría hacia Chuuya.

Un instante || Soukoku/Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora