9. 「𝗟𝗶𝗯𝗿𝗼」

15 4 1
                                    

.

En algún momento necesitarás un apoyo, debes ser conciente que puede ser tu salida o tu perdición

El olor desde la cocina se hacía presente, había dejado entreabierta su habitación como siempre y el fresco aroma de mariscos le tento, hasta levantarse de su cama y bajar. Encontró a su madre tapando la olla y pegando un saltito al verlo ahí parado

—Dios Yibo!— se llevó una mano al pecho y el castaño solo rio bajito

—¿Ya comeremos?— pregunto ansioso, incluso un rato de luz salía por sus ojos

—No, aún es muy temprano— señaló el reloj de la sala frente a ellos y el menor permitió salir un puchero, su madre alcanzo su mejilla entre su mano y nego. Pero debían esperar un poco a comer

La adulta salió de la cocina, quitando su mandil y caminando directo al cuarto de lavado, cuando un "fallo" en su equilibro le hiso tropezar, su pierna se doblo un poco y quedó prácticamente incada en el suelo. Yibo reacciono rápido, acercándose a ella y levantado la con cuidado, revisando todo su cuerpo en indicio de algo pero solo observo la misma sonrisa de siempre. O no

Mei se levantó, riendo por su torpeza con ayuda de su hijo, cuando obtuvo su postura de antes solo palmeo la espalda del chico en forma de decirle que estaba bien, pero Yibo comenzaba a preguntarse si de verdad lo estaba. Durante la semana vio este tipo de tropiezos alrededor de siete veces, ocho con este y al caminar largas distancias solían parar porque ella tenía que revisar su lista de compras más de una vez. O en realidad detenerse a recuperar fuerzas. De alguna manera la relación entre ambos era buena, discutían poco y las diferencias eran respetadas, pero ambos tenían el mal hábito de guardar todo lo que no incumbiera al otro, como si fueran a protegerlos de sus propios asuntos cuando eran su única familia, su único y más grande apoyo.

La mujer retomó su camino, Yibo la vio cargar con el cesto de ropa y echarlo a la lavadora, en esos instantes un pequeño miedo invadió su corazón y mente, la notaba con una postura un poco más encorvada y se había rendido en pintar las canas que comenzaban a estar presentes en su bonito cabello negro, hace unos meses había dejado de tomar café y hornear galletas solo para el, su trabajo de limpiar casas había estado cambiando de lugar cuatro veces en casi un año. Pero su sonrisa y palabras seguían igual de radiantes que siempre.

Dió media vuelta, fue hasta la cocina y decidió comenzar a poner la comida, el choque de platos al sacarlos, llevando consigo los vasos y cubiertos. Teniendo todo en la mesa se quedó ahí, mirando solo el fondo de los platos.

"Mejor llévame a la tuya"

Dios ¿Cómo había tenido el coraje de decirle algo así?

No había pensado mucho en sus errores la noche anterior, cuando le contó a Seougyeon qué un aprendiz del club de danza le había encontrado en la sala de práctica, se había conmovido tanto con su baile que fue directo a su mentor para hablarle de aquel "Diamante por pulir", la forma en que lo había presentado al señor de porte imponente, una cara sería hasta que hiso ahí mismo un pequeña demostración que le convenciera, después mostró una tremenda sonrisa que fue imposible no contagiarse. Había saltado la primer audición sin necesidad de hacerla realmente.

A su amigo le pareció motivo suficiente para probar los bares de la zona. Pero nunca había probado su límite y se arrepentía solo un poco de haberlo hecho aquella noche.

Solo un poco, porque sintió que fue entonces que se hiso un poco más cercano a Zhan. Aunque claro, seguía avergonzado por sus palabras y acciones en estado ebrio.

Intercambiemos numeros— cuando abrió la puerta del auto esperaba un tipo de despedida, no aquella inesperada frase

Las consecuencias de amarnos [𝘠𝘪𝘻𝘩𝘢𝘯]PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora