Caído

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La primera vez que estaba en el cielo había conocido a Dios, había sido suficientemente devoto como para llegar hasta ahí y había pecado lo suficiente como para verle la cara a Dios, sintió escalofríos verlo, pero se alegraba de sentir algo, solo tenía diez años y ahí estaba dios sonriente mirando a sus pies.

—Hijo mío.— Pip debería estar feliz y puro de un descanso, pero vio el rostro pelirrojo del hombre que se había manifestado en un niño de trece años pelirrojo y de hermosa onda europea.

—No soy hijo de nadie.— se le había salido con odio, tal vez fue por el acento francés de Dios que lo sacaba de las casillas o tal vez por el abandono de un ser que se supone que está en todos lados, había vivido diez años de agonía, su pie golpeaba el piso como si lo estuviera apurando.

—¿Por que la indiferencia?

—Lo siento, dime, que necesita.— su pie no podía dejar de hacer ruido.

—Queria verte. Ver si estás bien...

—Estoy muerto ya no estoy ni bien ni mal.—Dios frunció el ceño

—Estas bien, estás conmigo...

—Se supone que siempre estabas conmigo.— dijo con recelo, el pelirrojo le sonrió acercándose a él acarició su mejilla y puso mechones de cabello detrás de su oreja.

—Eres un ángel Pip.— sentía el acercamiento de los labios ajenos posarse en los suyos, Pip sentía demasiadas cosas, incomodidad, confusión, desagrado. —Quiero que seas mío, ya sabes lo suficiente como para manejar las fuerzas oscuras sin perder la pureza.

Damien; su mejor amigo aunque solo era por correspondencia, el Anticristo siempre fue malhumorado con él pero para hacer planes siempre se emocionaba de pasar la tarde junto al rubio. Pip mordió su labio con desagrado, ahora se suponía que ser amigo del diablo eres deseado por dios, en un momento ya estaba sentado en un sillón, su pie dejo el "taptaptap" miró como el pelirrojo se sentaba al lado suyo.

—Necesito que luches por la pureza, llegará el punto donde Damien gobierne el infierno, no será igual que Satán, se tomará en serio su mandato y dictará el juicio final... No puedo negociar con un niño lleno de maldad.— Error, Damien era un niño pero apenas tenía maldad, odiaba a los humanos tenía un gran sentido de justicia y fue el único que cuido de su pureza, sabía que podía corromper a Pip, pero le agradaba que aunque el mundo intentará de corromper al rubio este siempre tuviera fe, Damien dijo “Tal vez espere el día de tu muerte, solo para saber si te decepcionas de Dioniso y terminas en mí castillo limpiando por tristeza.” Damien tenía razón, dios no era puro, era manipulador, ya había pasado por esos trucos en la tierra, sentía como Dios le endulzaba la oreja con palabras dulce y caricias relajante.

Si no hubiera conocido a Damien habría caído completamente en la trampa de dios, porque las caricias no eran simples, siempre venían con un nerviosismo de Damien, con una sonrisa puntiaguda o unas risas impares.

—Pero tienes el corazón tan negro.— susurró en su oído.

La primera vez que le dijo a Damien que quería ir al infierno para pasar la eternidad con él solo recibió una mirada sorprendida y extrañada para luego Damien apretar su pecho de forma exagerada “No me ilusiones con la tortura perfecta.” no era un cumplido para Pip, pero era desagradablemente hermoso para Damien.

—Pero piensas tanto en él, tus plumas te hacen perder la cabeza? ¿Quieres que tu halo se derrita entre tus cabellos?— sintió una amenaza, la mano blanca y huesuda con pecas se deslizó entre sus piernas avellana, tenía piernas desnudas entre sus pantalones cortos de jean que apenas llegaban al cuarto de muslo, se sintió sexualizado.

Dip with DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora