Dulce

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—Mm sigues viendo eso?.— Damien abrió la puerta de vidrio para ver a Pip, el rubio seguía con su mirada en la pileta llena de ranas.

—Sí, me llama la atención como dulce María sigue con su gorro.— una rana verde claro con un sombrero de frutilla, dulce María, había quedado sin moverse o moviéndose delicadamente para que el sombrero no se salga de su cabeza. —¿Hiciste algo?.— lo interrogó, se le hacía extraño ver a Damien entrar como si nada buscándolo.

—No.— puso un pastel de chocolate en la mesa donde estaba el te.

—Que hiciste? Por que hay un pastel del perdón?— bromeó, Damien lo ignoró abriendo y cortando la tarta.

—Solo come.

—Es dulce.

—Como te gusta.

—Claro, como siempre como mierda es lindo cambiar los hábitos.— Se quedó mirando la porción en frente —Pero hoy paso, solo tomaré té y fumare algo.

—Estoy esperando que desaparezcas de tanto fumar.

—Seré delgado como un papel.— vio las hojas de té en el fondo De la taza, sacó la cajetilla de cigarros de su bolsillo y relajo su erguida postura, Damien levantó una ceja. —¿Que pasó damie?

—No me digas así, estás raro, si vas a decir algo escupilo. Ni siquiera aceptas mí tarta.

—Soy diabético.— dijo prendiendo el cigarrillo, su pie se movía nervioso y los ojos de Damien se quedaron entrecerrados. —No puedo comer dulces hasta... Nuevo aviso.

—Te duele?

—Me jodió intentando hacer gimnasia, por eso empecé a ir al médico hasta que vieron eso.— Pip soplo el aire del cigarro mirando a las ranas, pero sonrió —Creo que de todas las cosas está es la más cruel que me ha dado dios.

—Digo lo mismo... Falta que seas celiaco.

—No lo invoques... Yo pensaba que eran problemas normales de eso que todavia puedes controlar... Pero cuando me dijeron que ya estaba desarrollada me quise matar, con lo que amo los dulces.

—Relajate y come una rebanada.

—Jaja. Y ser amigo del hijo del diablo es aún peor en esta situación.

—Eres un humano tan débil, te puede matar un chocomilk o un cono de helado.— bromeó Damien.

—Me pueden matar tus labios.— le sonrió al azabache, este se sonrojó un poco pero igual sonrió, los nervios ante estás palabras siempre se escapaban.

—¿No quieres ser un demonio?

—¿Tienes miedo que me maten tus labios? Por eso buscas mí inmortalidad, yo preferiría ser un vampiro.— fumo otra calada —Vivir en una gran casa victoriana y beber vino siendo interesante.

—Pff ¿tener una mazmorra debajo de tu mansión? — Damien empezó a comer sin importarle que Pip lo viera.

—Me prometes algo?

—No, pero dime

—Que cuando vaya al infierno me tortures con dulces...

—No sería una tortura, sería mejor dulces que parezcan dulces pero que sean salados.— Pip se rió

—¡QUE CRUEL!.— gritó riendo, se abrió paso al lado de la puerta y se sentó junto a él —Y eso de la diabetes...

—¿Te preocupas por mí?.— se rió entre dientes, ver a Damien volver al tema le parecía inusual, inusual de su interés.

—No... Solo que eres tan frágil e inutil.

—Yo también te amo Damien.— tiró el cigarrillo para acercarse a Damien y depositar un rapido beso en los labios.

Dip with DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora