helado

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—Damien, cuando sea grande me gustaría tener a alguien que me ame y acompañe tanto como ellos.— Philip miraba con esperanza la pareja de ancianos que disfrutaban de un helado igual que ellos, Damien solo miró a la pareja, sonrió levemente al darse cuenta del juego de Philip, de esa pequeña esperanza de llegar a esa edad y las pocas expectativas de solo querer a alguien que lo ame igual que esa pareja.

Por eso Damien siempre tiene ese recuerdo cada vez que come helado de chocolate suizo y frutilla a la crema, porque era algo tan amargo y dulce, tan fresco y calido que le hacía remontar cada vez más a ese recuerdo tan ambicioso, tan simple y querido con cada pasar de los años, tal vez por eso se quedó mirando a Philip sentado en el sillón comiendo su dulce de leche con oreos, empalagandose mientras raspaba del blanco limón, eran mezclas que Philip solo lograba hacer, sentir la arrugada pasa de viejos tan dulce cuando compara la vida de dos locos que tal vez serían unos psicópatas, pero a Philip desde niño le encantaba romantizar las cosas supo bien que si no aprendía a romantizarlas tal vez no estaría sentado comiendo helado nuevamente.

Por un millon de cosas, Damien dejó de prestarle atención a su cuarto de helado, aún con el recuerdo y la aguda infantil voz de Philip en su cabeza decidió preguntar.

—¿Le tenés miedo a morir solo y sin compañía?.— fue una pregunta que salió como si nada de sus labios, lo había pensado y el escape salió en él, Philip miró al techo y luego se enfrentó con los rojos ojos a su lado.

—No. Tengo por seguro que no moriré sin compañía.— éso tal vez enfermó un poco a Damien —Cuando era niño si tenía ese miedo.— siguió pacientemente, pero su mirada cayó en el helado mientras la nostalgia escapó por sus labios en forma de sonrisa.

—divino enfrentar tus miedos.— exclamó sarcástico, no era una persona que le encantaba la superación ajena no importa de quien viniera.

—Si.— pero a eso no le importaba a Philip —Una vez, le dije a alguien que deseaba ser viejo y tener una persona que me amara.— el rubio dejó de encorvarse, apoyó su espalda contra el respaldo y suspiró —esa persona me dijo, tal vez no pueda envejecer pero puedo verte viejo y que me ames. ¡Tan orgulloso! — Damien no pudo resistir a la sorpresa, pareciera como si el recuerdo tuviera por fin un final, no solo un dulce y fresco sabor —Y yo me convencí, de que ese niño siempre me acompañará y aunque yo lo ame, se muy bien que él me terminará amando.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?— su ceño se frunció y su tono se disparó, pero vomo era costumbre él no podia romper con la pacífica postura de Philip

—Porque nadie acompaña toda una vida a alguien si no fuera por amor, y sigue acompañándome, lo sé muy bien Damien. Por eso mis miedos se van cuando veo a esa persona, me lo aclaró una vez y cada año que paso al lado suyo me lo sigue aclarando.— Philip volvió a encontrarse con los rubíes.

Damien no pudo evitarlo, no podia no darle la razón a Philip.

—Pff come tu helado que se va a derretir.— la risa aguda salió del rubio —Pocos demonios aman pip, y muchos confunden el amor con la obsesión. Deberías darte cuenta.

—Entonces, me enorgullece tener a un demonio obsesivo al lado mío.— Damien apartó la mirada, hablar con él siempre sonaba saludable, a veces deseaba quedarse callado antes de llevarse por él, por que al final, Damien nunca influyó tan mal en pip como el rubio lo hizo en él.

Dip with DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora