¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
DÍA 4 - CYBERPUNK
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los párpados de Crocodile temblaron por unos segundos antes de abrirse, revelando dos perlas negras que observaban el lugar en el que se encontraba.
Parecía ser un taller: la habitación era algo pequeña, la mayor parte ocupada por una mesa repleta de herramientas (martillos, llaves inglesas, sierras, destornilladores) y otros objetos como clavos o cables y trozos de metal.
Crocodile intentó mover su brazo robótico, pero le fue imposible. Al bajar la mirada, vio que estaba atado en una especie de silla vertical con cinturones en sus brazos, torso y muslos. Frunció el ceño instintivamente e intentó zafarse, sin éxito.
—No deberías moverte tanto todavía.
Una voz desconocida llegó a sus oídos. Aterciopelada y grave, pero ronca a la vez, nunca hubiera imaginado que el dueño sería un alto mecánico de facciones extranjeras, cabello rubio y ojos azules.
—Aún no estás arreglado del todo —dijo tras inhalar el humo de un cigarrillo electrónico, sentado de forma laxa en un taburete demasiado bajo para él, lo que le obligaba a estirar las piernas, ocupando más espacio en aquella pequeña habitación.
Crocodile se dio cuenta de que no era su visión la que fallaba, sino que era el taller el que tenía poca iluminación; no había ventanas, las paredes grises no ayudaban y solo había una lámpara de aceite en una esquina de la mesa, amenazando con caerse al suelo al más mínimo roce.
El rubio se levantó del taburete y se acercó al ser medio humano medio robot.
