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DÍA 5 - FESTIVAL DE NIEVE SAPPORO
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Cada paso parecía ser dado en una nube, hundiéndose en la nieve con facilidad, y las luces multicolores del festival no hacían más que realzar la belleza del invierno. Doflamingo se acercó a una multitud que observaba y tomaba fotografías de un castillo de hielo iluminado por más luces.
—Let it go, let it go! —cantaba Doflamingo con voz aguda para molestar a su novio.
—¿Alguien me explica por qué estamos en el puto mundo de Frozen? Hace frío. —Se frotó los brazos, intentando entrar en calor. Nunca se le había dado bien las temperaturas bajas; él era más de sol, playa, verano...
—No seas aguafiestas.
—Soy realista; podríamos estar calentitos en la habitación del hotel, pero, en vez de eso, estoy aquí, echando vaho por la boca como si fuera un dragón escacharrado.
—Seguro que preferirías estar entrando en calor conmigo bajo las sábanas, eso no lo dudo —dijo con picardía.
Crocodile se abrazaba para dejar de temblar, pese a tener un abrigo de pelo tan grueso como el [censurado] de Doffy.
—¿Tienes frío? —le preguntó su novio.
—No, en absoluto —respondió con sarcasmo.
—Ponte ahí —señaló a una esquina y empujó a Crocodile para que se pusiera ahí de pie.
—¿Por? ¿Hay algún conducto de aire caliente o algo? —Miró alrededor.
—No... Es porque la esquina tiene 90 grados.
—...
—... —Doffy se tapó la boca para aguantarse la risa.
—Se acabó, me largo de este festival.
—¡Espera; no seas aguafiestas, hombre! —Doffy lo cogió de la manga del abrigo de piel para que se detuviera—. ¿Por qué no vamos a patinar sobre hielo?
—No me apetece.
—¿Y si te invito a unos fideos calientes después, mientras miramos las esculturas de nieve?
—¿Pretendes comprarme con unos cutres fideos?
—Sí.
—... Cómo me conoces. —Crocodile se rindió, tomando la mano de su novio para dirigirse a la pista de hielo.
—Mira, Croco, ya le vas pillando el tranquillo —se burlaba Doffy, patinando de espaldas para observar cómo Croco sufría con los patines. Iba lento, levantando el pie con cuidado de no resbalarse sobre el hielo y de no perder el equilibrio.
—Doffy, te voy a matar.
—¿Es una amenaza o una promesa? —Movió las cejas seductoramente, y Croco puso los ojos en blanco.
—Amenaza. Ni lo dudes.
Doflamingo rio.
—Dormiré en otra habitación de hotel hoy, entonces; no vaya a ser que me ahogues con la almohada mientras duermo —bromeó.
—No me haría falta; ya te ahorcarías tú solo con esa boa de plumas rosa. —Croco hizo un movimiento gracioso con los brazos, como un pollo mareado, intentando no caerse al dar un paso en falso.
—¿Otra vez metiéndote con mi boa? —Doffy puso los brazos en su cintura—. Me ofendes —fingió estar molesto.
—Sí, sí —suspiró—. Oye, ¿me ayudas a girar? —dijo el pelinegro mientras avanzaba, tieso como un palo, yéndose al lado contrario del que estaba Doffy—. Me estoy yendo solo.
Doffy rio, deslizándose sobre el hielo para tomarlo de los brazos con ternura, aunque parecieran dos mafiosos en los ojos de los demás turistas que patinaban.
Quizá por eso no había nadie cerca de ellos en tres metros a la redonda... En fin, ventajas del oficio.
—¿Te diviertes? —Croco vio, de reojo, cómo Doffy tenía una sonrisa de oreja a oreja.
—Eso sería decir poco. —Soltó una risilla grave que resonó en su pecho. Croco suspiró.
«Bueno, si esta mierda le hace feliz, supongo que podré soportarlo un poco más...».
Pensó con desgana, pero el brillo de sus ojos negros no engañaría a nadie que hubiera sentido alguna vez qué era el admirar tanto a alguien; querer pasar cada instante de tu vida con él; disfrutar de cada sonrisa que te regalaba... La sonrisa que se dibujaba en sus labios sin previo aviso no hubiera podido engañar a nadie que hubiera sentido lo que era el amor alguna vez en su vida.
La mezcla de luces de color pastel azules, rosas y amarillas se reflejaban en las gafas de Doffy y teñían sus mechones dorados.
—¿Por qué me miras con esa cara de idiota? —bromeó Doffy, sacando a Crocodile de su ensoñación.
—Tu cara sí que es de idiota —replicó, e intentó alejarse caminando con los patines en vez de deslizarse.
—No vas a poder escaparte de mí, Croco. —Rio tétricamente.
—Observa —dijo sin más, dando fuertes pisadas como un payaso sobre el hielo.
Doflamingo lo persiguió, deslizándose con maestría y rapidez, ante algunas miradas preocupadas por la repentina persecución de los dos "mafiosos".
—¿112? Sí, hay un hombre con mala cara persiguiendo a otro hombre con una cara aún peor... Sí, creo que podría tener una navaja... —susurró un transeúnte por su teléfono móvil, mirando a Doffy y a Croco con temor.
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Voy tardísimo, pero no dejaré una historia inacabada xD
