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DÍA 6 - ERÓTICO Y ROMANCE
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Doflamingo reposaba la mano derecha en la palanca de cambios mientras que la izquierda sujetaba el volante con fuerza; tenía las gafas de sol negras sobre su cabello rubio, puesto que hacía horas que el sol se había puesto y ya no eran necesarias; y miraba a la carretera con una expresión seria, el cejo ligeramente fruncido y sus labios curvados hacia abajo.
La radio hacía tiempo que estaba apagada.
No hubiera ayudado al ambiente, bien sonara rock, pop, música clásica o un señor de cincuenta años hablando de banalidades; el silencio era la mejor opción.
Crocodile bajó la ventanilla y sacó un poco la cabeza, recibiendo un golpe frío de viento y el paisaje de las decenas de farolas iluminadas que los pasaban con rapidez. Tan pronto como se fijaba en una, desaparecía de su campo de visión, así que se fijaba en la siguiente, y en la siguiente, y así hasta que el rubio cortó el silencio incómodo.
—Cierra la ventana; no quiero llevarte al hospital si te pones enfermo.
—Necesitas que te dé el aire —replicó el pelinegro, dando golpecitos sobre su rodilla con los dedos, creando un tintineo con sus anillos dorados con joyas incrustadas, como si siguiera un ritmo imaginario.
—Que me dé el aire... —musitó entre dientes.
Croco sabía que cualquier palabra articulada a continuación sería el detonante de una bomba de relojería, pero, aún así, contestó con un simple «sí» de vuelta.