Capitulo 7

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Volvimos a hacer el amor en la madrugada y como consecuencia había despertado adolorida, pero sobretodo, bastante hambrienta. Intenté despertar a Gustav en incontables ocasiones pero no obtenía respuesta alguna, así que luego de darme un baño fugaz me dirigí hasta la habitacion de Carlos para invitarlo a desayunar.

Toqué su puerta varias veces y luego de unos de minutos me abrió vistiendo solo con un par de pantalones deportivos.

-Buenos días -le sonreí coqueta y él me miró.

-Te ves diferente -soltó de repente entrecerrando los ojos y yo me sonroje, ¿la cara de recién cogida se me notaba tanto?

-Pues claro, ahora soy rubia -dije sacudiendo mi pelo con gracia al recordar que había cambiado su color.

-Te queda muy bien -se limitó a decir.

-Gracias, pero tengo hambre. ¡Alimentame! -enarco una de sus cejas.

-No con Russo aquí, Bombón -justo cuando le iba a responder escuche una chica desde adentro gritando su nombre.

-Entiendo... -rodeé los ojos al darme cuenta de la verdadera razón por la que no podía ir conmigo.

-No voy porque no quiero problemas, Abigail -contestó como si escuchara mis pensamientos. Debía admitir que sentía algo de celos de tener que compartirlo, pero no debía ser egoísta.

-No pasa nada, tienes el día libre -le sonreí sinceramente y me fui a desayunar. Al volver a la habitación, mi chico estaba terminando de cambiarse.

-¿Por qué mi mujer no estaba al lado mio cuando me desperté? -se acercó y me tomó de la cintura.

-Porque tu mujer moría de hambre y tú dormías como oso hibernando -reí y lo bese.

Esa tarde yo tenía la cita con el posible diseñador de vestuario y Aquaman una reunión con la gerente de uno de sus restaurantes aquí en París, por eso luego de almorzar juntos me dejó en el café donde me reuniría y se fue hacer sus cosas.

Un hombre pelinegro de ojos azules levantó su mano indicando que era a quien buscaba, me acerque a él y me dio un beso en cada una de mis mejillas.

-Fabio Romano, mucho gusto -me sonrió amable.

-Abigail Taylor -dije devolviendo el gesto.

Fabio tenía un portafolio impecable y todo lo que veía ahí me encantaba. Sus diseños eran hermosos y llamativos, pero cuando me habló de su experiencia confeccionando vestuario para espectáculos terminó de convencerme. Ambos nos llevamos bien enseguida, tenía una personalidad explosiva y divertida como la mía, lo que salía de su boca nada tenía que ver con su exterior y eso me encantaba.

Me contó que amaba París pero quería probar suerte en otro lugar, por eso irse a Italia era su mayor deseo. Le ofrecí el trabajo y le explique un poco cuáles serían sus obligaciones y aceptó de inmediato. Intercambiamos números personales y nos despedimos luego de conocernos un poco más.

Ya pasaban de las diez de la noche cuando Gustav volvió al hotel. Parecía apresurado y se quitaba la ropa desde la entrada, me dio un beso fugaz y se dirigió hacia el baño.

-Tengo que salir esta noche, Bambola -pause la película que veía para poder escucharlo mejor.

-Hoy es la fiesta de inauguración del casino de un socio y debo estar ahí -salió del baño luego de un rato con una toalla envuelta en su cintura y se acercó a mi.

-Me encantaría que me acompañaras, pero no deben vernos juntos.

-¿Siempre será así? -dije algo dolida y él se quedó en silencio sin saber qué decir. Me levante molesta.

Señora PalumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora