Capítulo 18

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Para cuando el sol se ocultó ya el salón de espectáculos parecía un enorme club nocturno y flashes azules y blancos viajaban por el lugar. Los asientos tradicionales habían sido sustituidos por sillas y mesas altas y un enorme sillón descansaba en la parte más cercana al escenario dando una excelente vista al festejado y sus amigos más íntimos. A cada extremo del lugar, hice instalar dos vitrinas de vidrio en las cuales chicas semidesnudas iban a estar bailando de manera provocativa.

Todos estaban en posición para esperar a Gustav y al llegar, su cara de sorpresa fue épica cuando vio en que había convertido su lujoso salón. Dos de las mujeres que había contratado lo llevaron de la mano a su lugar y todos los demás invitados se acomodaron a su antojo.

El show empezó con chicas haciendo pole dance, stripers desnudándose y una que otra coreografías de mi equipo. Se hizo una pausa, pero las chicas en las vitrinas no dejaron decaer el ánimo de los ya inquietos hombres. Giancarlo y Carlos estaban en una mesa del fondo tomando y charlando.

Yo abriría el segundo tiempo y como Fabio sabía muy bien que mi panza ya se notaba, consiguió para mi un corsé negro y lo acompañó con un diminuto bóxer de lentejuelas doradas. Para completar el atuendo, usé unas largas botas de cuero que abrazaban mis piernas hasta las rodillas. Me hicieron una coleta en lo alto de mi cabeza y utilizaron pelo artificial para exagerar el largo.

Vi a Gustav entretenido hablando con uno de los chicos que tenía al lado, pero fijó su vista de golpe al escenario cuando escuchó River de Bishop Briggs. Le sonreí coqueta y él se acomodó en el sofá mirándome con lujuria.

Como era de esperarse, traté de hacer la misma coreografía de esa vez en la xtravaganza, pero a mitad del show la canción cambió abruptamente y mi vista se clavó en el fondo del lugar donde se encontraba mi Tarzan.

April y otra chica de mi equipo entraron con gracias para acompañarme y empezamos a bailar Dark horse de Katy Perry. Me hubiera encantado ver la cara molesta de Gustav, pero no quería que Giancarlo dudara ni un solo momento de que el baile era solo para él.

Hicimos la sexy coreografía como lo teníamos planeado y disfrutabamos de los gritos de los hombres cada vez que hacíamos un paso sugerente o dabamos la vuelta y moviamos el culo de manera descarada.

La canción acabó y lancé un beso desde el escenario hacia Giancarlo, el cual me aplaudió desde su asiento y me regaló la más linda de las sonrisas. El telón volvió a cerrarse.

Inmediatamente salí de ahí fui corriendo al camerino a quitarme el corsé, me faltaba el aire y definitivamente ya no aplastaría de esa manera a mis hijos. Me terminaba de desmaquillar cuando tocaron la puerta, avisé que podían pasar.

-Con que por eso querías que viniera -se acercó a mí por detrás y acaricio mi panza dándome un beso en la mejilla.

-Dije que valdría la pena, ¿no? -sonreí.

-Chica, todo en ese baile valió la pena, ¿me lo repites en la casa? -bromeó.

-No creo que vuelva a bailar así en mucho tiempo, lo siento -rei.

-¿Terminaste aquí? -asentí-. Pues vamos, llevaré a cenar a mis bebes.

Salimos del camerino tomados de la mano y en el fondo del pasillo se encontraba Gustav. De inmediato supe que esto no iría bien.

-Veo que usas el mismo truco con todos, Abigail -estaba borracho y en su mirada solo había rabia-. Eres una zorra con poca imaginación -lo mire sorprendida.

Giancarlo soltó mi mano y lo empujó molesto. Por la sonrisa en su cara me di cuenta que era justo lo que quería y empezaron a golpearse con rabia.

Señora PalumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora