Al día siguiente, tenía cita médica con los niños y al salir fuimos al parque para tener un picnic junto a Fabio y April. Lo estábamos pasando de lo mejor, pero por alguna razón me sentía incómoda, como si me estuvieran observando. Miré alrededor y al confirmar que no había nadie extraño y recordar que teníamos un montón de seguridad que nos protegía, volví a relajarme y seguí disfrutando de la hermosa tarde y de los niños jugando en la grama.
Inmediatamente llegamos a casa, Nana y yo bañamos a mis tres pichones y se durmieron tomando su biberón, estaban agotados. Me sentía inquieta, como si tuviera un mal presentimiento y aún tenía esa sensación de que alguien me observaba. Llamé a mi chico pero no me contestó, supuse que estaba ocupado y me dormí poco después.
Me desperté de golpe cuando escuché a uno de los bebés llorar, vi la hora en mi celular y eran más de las dos de la mañana. Algo extrañada, fui hasta su habitación, desde hace mucho dormían la noche completa.
Mi boca se secó de repente y dejé de respirar al ver la escena que me esperaba en el cuarto de los niños. Alguien estaba cargando a Alessandro y repasaba su carita con un cuchillo. El niño me miró y mi corazón se partió en pedazos cuando empezó a llamarme asustado y extendiendo sus manitos hacia mi para que lo cargara.
-Rubi -dije en un susurro-. Por favor.
-¿Por favor que, zorra? -sonrió viéndome.
-No le hagas daño -dije ya temblado.
-¿Cómo se llama? -volteó a verlo llorar.
-Alessandro.
-¡No me gusta ese nombre! -me miró molesta extendiendo el cuchillo hacia mi-. Se llamará Gio.
-¿Qué quieres Rubi? Giancarlo no está aquí -me miró confundida. Cada vez estaba más nerviosa.
-¿Como que no está aquí? ¿Dónde está? -chilló.
-Esta buscándote, me dejó para ir por ti -dije intentando mejorar su humor.
-Solo me ama a mi, solo a mi -río eurófica. No quería mirar siquiera a las cunas de las niñas y le rogaba a Dios que no despertaran, mi niño me miraba triste, moría de sueño.
-¿Giancarlo vendrá y criaremos a los tres bebés en esta casa? -la mire preocupada, esa chica estaba bastante trastornada y tenía a mi bebe en las manos con un cuchillo.
-Si, yo solo seré la criada, ¿quieres? -sonrió- ¡Si!
-Pues se buena madre y deja a Gio dormir, es muy tarde -lo miró y asintió.
-Es cierto -dejó al bebe en su cuna luego de besarlo-. Llévame con mi esposo -me amenazó con el cuchillo.
-Claro, vamos -di la vuelta para salir de la habitación y ella me siguió, me alivié inmediatamente. Aseguré la puerta para que no pudiera volver a entrar.
-¿A qué hora llega mi esposo hoy?
-No lo sé, ¿lo llamamos? -me miró asustada.
-¿Crees que se enoje porque está muerta toda su seguridad? -la miré asustada.
-¿Cómo hiciste eso? -dije en un susurro.
-Mi amigo tiene una pistola mágica que no hace ruido -estaba emocionada y aplaudió como loca-. ¡Es mi amigo! -me miró como si hubiera recordado algo-. Abigail es de mi amigo y Giancarlo mío -no entendía nada.
-Seguro tu esposo no se molesta, te ama. ¿Lo llamamos? -ella asintió riendo.
Fuimos hasta mi habitación y con manos temblorosas hice una videollamada con Giancarlo.
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Señora Palumbo
RomancePRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA -Dios, chica... -dijo agitado-. Vas a joderme la vida -le sonreí y él me tomó de las nalgas en un rápido movimiento, por inercia mis piernas se enrollaron en su cintura y mis brazos en su cuello. Lo mire coqueta, feliz d...