- Mi nombre se escuchaba tan bien pronunciado por ella... Oh Marian, ya no sale el sol en el bosque, mi espacio y tiempo solo está en tu voz.
Había prometido salir de la guarida y retomar su vida lo más pronto posible. Había lo que quería.
Sus amigos intentaban incluirlo en sus actividades cotidianas pero siempre se negaba, siempre estaba ocupado o siempre tenía una excusa para estar solo. La mayoría de veces ni siquiera podían cruzar palabra porque no se encontraba en casa. Y así fue como en menos de una semana Robin paso a tomar el conocido papel del inquilino silencioso que nunca recuerdas que vive en tu propia casa.
A pesar de wue trató de ocultarlo, sus amigos sabían que su estado tenía y nombre y para su desgracia la dueña de ese nombre estaba bastante lejos.
Cuando pudieron hablar con Scarlett no lograron rescatar mucho, la chica seguía enojada y se sentía culpable por el inesperado viaje de Marian y aunque llegó a llorar su partida era claro que no estaba lista para verla.
- ¿Por qué siento que fui un capricho? Quizá solo querías una distracción de tu compleja obligación como princesa - rió solo - Quizá nunca estuviste aquí y solo te imaginé - rió con más fuerza ante sus propias palabras, pero pronto su semblante cambió - ¿Por qué me sigues doliendo? ¿Por qué no puedo simplemente ignorarte como tú a mí? No quiero arruinar todo lo que ya vivimos. Eso no es posible - cerró los ojos - Porque tienes el don de hacerme feliz incluso a la distancia.
Los recuerdos inundaron su memoria. Las horas las pasó llorando y ahora recordar los sucesos que tanto lo marcaron lo enojaba.
- Soñé que te hacía falta. Quizá si imaginé todo.
Sus amigos comenzaban a despertar. Él se había pasado la noche pensando y divagando. Escuchó los pasos acercándose y antes de escuchar la voz llamándole supo de quien se trataba.
Tuck seguiría intentando ayudarle aunque Robin se negara siquiera a escucharlo.
La culpa hacía que junto a Pequeño Juan se pasaran la semana buscando al arquero en un intento de saber cómo se estaba tomando la huida de Marian. Siempre llegaban a la misma conclusión: Cometieron un error al hablar de más sobre ellos.
- Robin, tú... - Tuck se quedó apoyado en el marco de la puerta - ¿Estás bien? - Robin asintió sin mirarlo - ¿Quieres salir con nosotros? Iremos a la aldea y... - el arquero negó un par de veces con la cabeza. Tuck suspiró - Escucha, Marian... - la mirada de Robin fue directamente a los ojos de su amigo - Es imposible no estar triste pero su recuerdo siempre nos hará sonreír.
-Ella no está muerta Tuck - dijo en un tono serio nada habitual en él - Solamente se fue y ninguno de nosotros sabe en dónde está - le dió la espalda a su amigo - Una parte de mí sigue sin poder creer que se fue... Que nos separamos tan pronto. Cuando tienes algo bueno no quieres que termine nunca.
Tuck intuyó la nostalgia que Robin cargaba por su amiga, aunque había algo que lo empujaba a creer que había algo más, algo oculto.
Cerró suavemente la puerta y se retiró en silencio.
Robin se entregó a sus pensamientos.
"La sensación antes de volver a verla es una mezcla de miedo y euforia. Es como la agitación que se siente antes de ver el mar, cuando se huele el aire cercano y se oyen las olas, pero solo se lo intuye, se lo presiente e imagina"
Casi podía verla frente a él en medio de la locura de sus pensamientos.
"Lo que constituía el equilibrio de toda ella era su precipitación"
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Dear Robin - En edición
Короткий рассказNi el tiempo ni la distancia olvidan lo que el corazón recuerda.