Capitulo 3

75 10 1
                                    

Y cuando finalmente se decidió a ella se le atravesó otro destino...

Había pasado poco tiempo desde que la carta fue enviada, pero Marian ni podía decir con certeza su fueron dos horas o dos días, todo rastro de valor en ella había desaparecido al momento de entregar aquel sobre como un encargo y se negaba a salir de la casa.

Después de pasar toda la mañana rezando para que un error llevara su carta a un lugar lejano y que Robin nunca se enterara dd su intento de comunicación su tía habló con ella.

- Ya no puedes controlar lo que hiciste - le había dicho en medio de un violento forcejeo de parte de Suzette que intentaba sacar de la habitación a su sobrina mientras que ésta se aferraba al marco de la puerta - Solo debes afrontar las consecuencias.

- Tienes razón - se soltó de repente haciendo que Suzette perdiera el equilibrio yendo directamente al suelo - Ya es hora de salir.

Tan de repente y sin explicaciones como se había encerrado comenzó a caminar por el largo pasillo dejando a Suzette confundida.

- ¿Podrías traer estas cosas por mi? - pidió un poco más tarde a una de las empleadas, la cuál asintió.

- Yo también quiero ir - anunció Marian.

- ¿No crees que es un poco pronto para salir? - preguntó su tía preocupada por los recientes cambios de humor de Marian - Aún no te acostumbras de todo al cambio de ciudad y - se encontró de pronto hablando sola.

- Y cómo se supone que me acostumbre al cambio si me ma tengo encerrada - dijo ya bajando por las escaleras sin esperae una respuesta que pudiera detenerla.

El camino era muy silencioso, Marian no se animan a iniciar una conversación y la joven que la acompañaba no quería molestarla, así que ninguna de las dos mostró signos de querer hablar con la otra.

Entraron a una plaza con muchas personas, hacía calor y la multitud hacía que el ambiente fuera sofocante. Marian no tardó en querer escapar.

- Iré a la oficina del cartero para revisar si llegó una carta para mí - informo a su acompañante - Volveré para que no tengas que cargar con las bolsas de las compras tú sola - ella solo asintió.

Se abrió paso incómodamente entre tantas personas hasta que logró salir.

No había dado más de quince pasos cuando alguien la tomó por los hombros con mucha familiaridad.

- No te asustes - habló una voz desconocida - Hay tres tipos siguiéndote desde que entraron a la plaza.

- Y debo suponer que tú eres un héroe.

- Nada de eso - rió el mucho - Es solo que me preocupé un poco.  Este lugar no es muy grande pero si muy peligroso.

- Creemeycuando te digo que estoy familiarizada con el peligro y el crimen.

- Voy a creerte - ambos sonrieron - Dime a dónde vas.

- A la oficina del cartero.

- ¿Esperas una carta? - Marian asintió. Se mantuvieron un momento en total silencio, hasta que el joven volvió a preguntar - ¿Tú eres la chica que vive en la casa de la mujer que rumoran está loca?

- Así es, ella es mi tía y no está loca - aclaró mirando el camino. Creyó que recibiría una disculpa pero no volvieron a tocar el tema.

- Tú llegaste hace poco ¿En dónde vivías antes?

- En Nottingham - respondió con simpleza.

- ¿De verdad? - el joven parecía emocionado. Marian solo asintió - ¿Por qué viniste aquí? Digo, no es muy común que alguien abandone una ciudad grande y hermosa para venir a un pequeño pueblo en medio de la nada.

Dear Robin - En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora