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Tres años en el pasado』

¿Por qué todo había cambiado? ¿Por qué su esposo ya no lo tocaba? ¿Por qué las palabras de amor que tanto se devian a la hora de dormir, sonaban tan vacías? ¿Por qué solo estaba con él pocos días, aún sabiendo su horario en el CNP?

Estaba confundido, no entendía el comportamiento de su amado, ni se daba ideas del por qué.

"Es el trabajo" penso, concordaria con su subconsciente, pero el problema es que él sabía los horarios de este, sabía lo que llegaba a pasar por algunos reportes que se le eran dados para hacer papeleo en casa, aún así no lo podía entender.

Desde hace varios meses que su esposo evitaba estar con él a solas, evitaba tocarlo, evitaba besarlo y, las pocas veces que lo lograba, se podía notar la cara de desagrado por las acciones dadas, logrando que el pequeño se sintiera tan cansado y abrumado de no poder satisfacer ni darle amor a su esposo, pero no era su culpa, claro, él no lo sabía.

El día en que todo se volvió un caos, empezó, como siempre, siendo amo de casa con una sonrisa radiante en su rostro, sabía las cosas que tenía que hacer, lo que ya era acostumbrado para alguien así con ese oficio: Hacer las camas de sus hijos y de su esposo y él, preparar el desayuno mientras los adolescentes están en la ducha y su esposo duerme, darles ese mismo desayuno, mimando a sus pequeños y a su esposo que a muy regañadientes correspondía, lavar los platos que le fueron entregados y una vez que el grupo de tres se iba de casa a sus respectivos lugares, empezaba el trabajo difícil: Lavar los platos, barrer toda su casa, sacar la ropa de los cuartos de sus tres amores, limpiar el suelo con uno que otro detergente, pensar un poco en que hacer de comer, para al final, ir a la lavadora y empezar a separar la ropa conforme los colores.

Hoy tenía suerte, ya que no había llegado papeleo a él de su trabajo, por lo cual, ahora se concentraría en ser 100% amo de casa.

Hubiera sido un día cualquiera, un día cualquiera como lo hubiera sido ayer o mañana desde que se casó con aquel hombre, pero esa vez fue diferente, ya que entre las tantas ropas de su amado, logró encontrar varias playeras con falta de botones, "Parece que algún imbecil se atrevió a tocarle los cojones a mi esposo, bien merecido por payaso" pensó, que mal estaba.

Otra playera más sin botones, unas incluso rotas y dos que hicieron que su corazón se encojiera un poco.

Aquellas dos tenían manchas, una más que otra, de lo que parecía ser semen, pero era extraño, su esposo jamás se atrevería a tener una paja en sus horas de trabajo, y si así fuera, procuraría siempre de tener cuidado. La otra sin embargo, tenía una que otra mancha de color rojo, un color rojo pasión "Bueno, podría ser sangre... pero la sangre siempre se vuelve más oscura con el paso del tiempo.." aunque sabia un poco por donde iba el asunto, aún no lo quería asimilar, solo se dedicó a tocar con sus dedos aquella mancha roja, notando como aún estaba fresca y se plasmó en sus dedos, haciendo que friccionara con otro dedo para sentir la consistencia "Es labial.." miró con tristeza aquellas playeras, pero negándose al vivo hecho de que confiaba en su esposo, jamás haría algo así, debe de ser una broma del CNP, los conocía y harían un poco de todo para que el de cresta se enojara con su esposo.

Sin más, dejo el tema de lado y se procuró del meter la ropa en su respectiva lavadora, la de color con la de color y la blanca con la blanca, y la ropa interior con la interior. Retirándose del lugar hacia la cocina, agarro sus llaves, una bolsa, un paleacate negro con una sonrisa de calavera, y su dinero, era momento de ir a comprar para la comida del día de hoy, que para él sería comida y para sus tres amores una merienda.

Camas Separadas [Jackacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora