Capítulo 2. Una decisión

171 15 3
                                    

Christine

Llegamos a sala de traumas y un adolescente convulsionaba, pero la doctora Braund tenía todo bajo control.

­—Paciente masculino de trece años con trauma en la cabeza por caída en un partido de futbol. Ha tenido convulsiones persistentes y perdió la consciencia al momento de la caída, pero estaba consciente al momento de llegar al hospital. Hemos hecho una resonancia y estamos esperando los resultados, pero las tomografías están bien —expuso.

Tomé sus signos y todo parecía estar en orden. Un momento después llegaron los resultados y era justo lo que me esperaba, un aneurisma. Mandé a por Javier o como era conocido en el hospital, doctor Bisturí. Tenía buena fama porque su tasa de mortalidad era la menor en todo el país; era bueno y lo sabía, por eso su ego en las nubes. La verdad odiaba trabajar con él, pero sin duda siempre aprendía un montón, además, quería saber si Clerk ya había hablado con él y supe que no, cuando lo vi entrar con sus aires de superioridad y con esa sonrisa encantadora que todos adoraban, menos yo.

Subimos al quirófano y unas cuantas horas después, como casi siempre, las cosas salieron bien.

­—Buen trabajo, doctor Bisturí ­—dijo el anestesiólogo.

—Gracias, pero ¿cuándo dejarán de llamarme así? Me llamo Javier García —aclaró, para luego mirarme—. Doctora Bermont, ¿se encuentra bien? ­—preguntó al ver mi mirada perdida.

—Por supuesto —respondí, aunque no lo estaba.

Salí de aquella sala sintiendo que el mundo me daba vueltas y no sé cómo lo supo, pero Javier me siguió. Me deshacía de los guantes mientras caminaba fuera del área de los quirófanos tratando de entender por qué todo giraba a mi alrededor, pero justo en el momento en el que estuve a punto de irme al piso lo recordé, no había comido en todo el día pensado en Clerk.

—Christine ¿Qué pasa? —preguntó Javier al cogerme del brazo y ayudarme a sentar.

—Estoy bien, es solo que no he comido nada, creo que me ha bajado el azúcar.

—¿Qué? Pero si has estado en quirófano durante un montón de horas, eres una irresponsable —me regañó unos segundo antes de mandar a mi residente a por algo de comer, pero no me importaba que tuviera razón, solo me importaba mi hermana.

—¿Has hablado con Clerk? —mascullé con la cara hundida en las palmas de mis manos.

—No, casi no nos hemos visto. Ha sido un día con mucho trabajo. ¿Te sientes mejor?

—No, no me siento bien. Deberías hablar con tu novia lo antes posible —contesté al levantarme y tomar el jugo de naranja que mi residente me estaba ofreciendo.

Fue un día de esos que parecen no acabar, pero al fin llegó la hora de ir a casa. No pude hablar con el doctor Blum, pero estaba convencida de que al día siguiente lo haría y juntos encontraríamos una salida.

Llegué al aparcamiento luego de recibir un mensaje de mi hermana informándome que me estaría esperando allí, pero lo que no imaginaba era ver en la distancia a Javier y a Clerk discutir y descubrir en la cara de tristeza de él, que ya sabía la verdad. Javier llevaba tantos sentimientos reflejados en su rostro: dolor, rabia e impotencia. Mi corazón sentía eso y mucho más. Por unos minutos les di su espacio y aunque no escuchaba su conversación en la distancia, pude darme cuenta de que Clerk la había terminado cuando se subió al coche con el rostro lleno de dolor.

Me acerqué, me subí de copiloto y me ofrecí a conducir como la mayoría de las veces, pero se negó. Dijo que necesitaba olvidarse todo por un rato y que lo único que la calmaría sería pisar el acelerador y escuchar la música a todo volumen. Así lo hizo. Condujo tan de prisa que ni siquiera supe cómo llegamos con vida a casa, pero era Clerk y ella solía decir que tenía súper poderes, aunque con su enfermedad no parecía estar funcionando.

Más allá del amor (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora