"En las montañas"

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7.- En las montañas: La nieve es bella, relajante con un color perfecto para sus alas y una fuerza arrasadora para su cuerpo.

Las montañas son fascinantes, en especial las que tienen nieves eternas. El color blanco se refleja en sus alas, las cuales adoptan ese color tan inmaculado. Respira el aire puro de la montaña, ya que la altura no era ningún problema para él, acostumbrado a vivir en los cielos. El desmoronamiento de las nieves era un hermoso espectáculo, creaba una avalancha o avalanchas que mostraba todo el poder de la fuerza gravitacional. El sonido retumbaba en sus oídos y sobrecogía su cuerpo.

Sin embargo, no esperó escuchar un ruido semejante a un grito. Afinó su oído, no había dudas: era un grito humano. Se teletransportó hasta ahí, justo en el instante en que los hombres eran arrasados por la avalancha, pero con tan mala suerte, que él también fue alcanzado.

—Cas, ven.

La voz gruesa de su protegido se escuchaba muy débil, pues seguía rodando sin control, producto de la fuerza de la nieve. Cuando se detuvo, estaba atrapado bajo algunos metros.

—Cas, aparece de una buena vez. Te necesito.

Desapareció de su prisión de nieve, y apareció metros arriba de donde estaba. Miró a su alrededor, no había nada. Los humanos que alcanzó a divisar antes de la avalancha, estaban atrapados bajo metros de nieve tupida. Los equipos de rescate demorarían en llegar, así que decidió sacarlos él mismo uno por uno.

Teletransportándose, una y otra vez —abajo y arriba—, sacaba de sus destinadas tumbas de nieve a los sobrevivientes. Así rescató a los cinco alpinistas, quienes se veían liberados de la oscuridad hacia la luz. Estos trataban de enfocar su vista, pero la repentina extracción no se los permitía, los ojos les dolían por tratar de acostumbrarse a su nueva posición.

Castiel dejó la radio cerca de ellos para que se comunicaran con el equipo de rescate y desapareció del lugar.

—¿Dónde estabas? Hace veinte minutos que te estoy llamando.

—Estuve ayudando personas.

—¡Ah!, ¡pues bien por ti! No te demores tanto en llegar no ves que... ¡Arg!... Muy bien, tenemos un...

Castiel miró con insistencia al humano. El otro, trató de mantener la vista, pero terminó paseándose por la habitación del motel, explicando el nuevo problema, el cual supondría una nueva aventura.

Un nuevo trabajo, tratando de cumplir con los requerimientos de los cazadores. Dice "tratando", porque nunca sabe si fue suficiente o no. Lo único que sabe, es que debe posponer, por un momento, sus amplias e invisibles actividades extracurriculares, donde si bien le gusta ayudar, más le gusta ayudar a los hermanos, en especial, ayudar a ese exigente, valiente y bello humano a su cargo.

Fin.

Las Actividades Extracurriculares de CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora