Prólogo

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— Es un placer por fin hablar contigo, Yuuji Itadori. –

Una mirada glacial fue descubierta tras un par de lentes obscuros. El hombre dueño de esos ojos color cielo se acercaba lentamente al pelirosado que sostenía su arma firmemente entre ambas manos, apuntando al frente.

— Una disculpa, pareces ser nuevo aquí porque después de varios años, nunca te había visto ¿Es qué acaso te hablaron de mi? –

— Realmente si me han hablado muy bien de ti y no, no soy nuevo. Seguro también te han hablado de mi, no me gusta salir mucho al exterior, lo mío es... Controlar todo desde fuera. –

Con el dedo firme en el gatillo, buscaba tranquilizar su respiración que había comenzado a volverse entrecortada al escuchar esas palabras.

"Tranquilizate, tranquilizate" se repetía mentalmente fijando su mirada incrédula ante la posibilidad de tener al jefe de Rune, el grupo mafioso que controlaba desde la costa este hasta el norte del país, un enemigo totalmente diferente a como lo había imaginado tras tantos rumores que existían de su persona.

Ese peligroso hombre de traje le trataba tranquilamente demostrando su clara ventaja apoyado con un grupo de personas resguardando sus espaldas y apuntando agresivamente al pelirosado.

— ¿Qué me estás tratando de decir? – Preguntó sin vacilar.

— Yuuji, baja tu arma, solo quiero hablar contigo tranquilamente. – El hombre más alto posó su diestra sobre la pistola, acentuando la agresividad del grupo de personas hacia el solitario hombre de traje. — Ni mi gente, ni yo queremos hacerte daño, al contrario... Me interesas Yuuji. –

Sus palabras dejaron petrificado al más bajo, haciéndole pasar saliva pesadamente.

— ¿Quieres ser claro? – Sentenció.

— Por supuesto. Yo soy Gojo Satoru y estoy interesado en ti. – El silencio comenzó por intentar instalarse en medio de ambos, hasta que el albino nuevamente habló. — Conozco toda tu vida, tus obras de caridad como la de tu subordinado que está escondido como cobarde tras el cubo de basura y sobre todo... tus habilidades. –

— ¿Y tú a quién carajo llamas cobarde, pedazo de mierda? –

De la parte trasera del cubo de basura salió otro hombre de cabellos rosados con la diferencia de tener el rostro cubierto de tatuajes y una mirada más agresiva que el primero, con una arma larga sostenida con ambos brazos y apuntando en la dirección del albino que le miraba de forma desaprobatoria.

Cualquiera que no los conociera diría que aquellos hombres eran hermanos o familiares pero no podían estar más equivocados, pues su historia era más compleja.

En el otoño de sus recién cumplidos veinte años fue cuándo conoció a aquel hombre curioso por su persona, aunque claro ¿Quién no estaría intrigado de alguien si se parece tanto a ti? Esas similitudes fueron las que hicieron que Yuuji se acercara a un Sukuna problemático, un típico pandillero de barrio que robaba para vivir; y buscara conocerle más, ayudarle.

Esa noche el mayor le había salvado de una paliza que le propinaba otra pandilla completa a él solo, en venganza de todas las veces que los había humillado frente a la pandilla rival a la que Sukuna pertenecía.

"Si saben lo que les conviene, lo mejor será que se alejen de él. Ya fue suficiente"

La primera vez que escuchó la voz de Itadori aún resonaba en algún recoveco de su alma como un recordatorio del inicio de sus desventuras juntos y su lealtad que hasta ese día aún respetaba.

— Tranquilo... ¿Sakura te llamabas? –

— Soy Sukuna, imbécil. –

— Cómo sea, tu no me interesas pero se de la lealtad que le tienes a Yuuji, así que puedes sernos de utilidad... Llevénselos. –

— Jaja, ni lo sueñes – La voz grave resonó seguido del sonido seseante de una granada de humo que el joven de tatuajes había activado y lanzado justo en medio del tumulto de personas armadas que resguardaban al albino.

El disturbio causado por su acción les dió los segundos valiosos que necesitaban para escapar del lugar, alejándose rápidamente.

— ¡Mierda, mierda, mierda! –

Por el otro lado, todas las personas se movilizaban fuera del callejón, protegiendo a un Satoru frustrado que refunfuñaba por lo bajo, maldiciendo repetidamente.

— Señor ¿Quiere que vayamos tras ellos? –

— Déjalos Geto, seguramente pedirán refuerzos y lo que menos queremos es que comience una disputa con la armada de fuerzas especiales. Vámonos. –

Tras la orden, todas las personas comenzaron a preparar la retirada,  escoltando al jefe por un lugar diferente para tenerlo protegido de una posible emboscada y dispersando al resto del equipo tras su ida.

— Itadori Yuuji, pronto serás mío. Solo espérame. –

Armas (Goyuu) (Sukufushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora