Capítulo 10

377 55 11
                                    

⚠️DISCLAIMER /ADVERTENCIA⚠️

Escenas fuertes, violencia explícita, sangre, etc.
Favor de leer con discreción.

Algo hermoso de la habitación además de la decoración tan elegante, era la enorme ventana que le alumbraba día con día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Algo hermoso de la habitación además de la decoración tan elegante, era la enorme ventana que le alumbraba día con día. Cada mañana, Yuuji despertaba para leer en el asiento de la ventana; a veces la abría para dejar al viento despeinarle la melena rosada, cerrando los ojos mientras su olfato intentaba adivinar la comida que prepararían para el día.

Ese día, cómo de costumbre, se asomó por la ventana, viendo hacia el jardín que parecía extenderse por los laterales de la gran casa, dónde a veces veía jugar a un par de perros. En algunas ocasiones pensó es salir por ahí e irse; y tal vez su plan de escape hubiera funcionado si no fuera porque había decidido quedarse para no abandonar a Sukuna. Tal vez sin él ahí, todo hubiera sido un poco más fácil.

Admirando el suelo verde del exterior, recordó lo sucedido el día anterior; ese momento azarosamente íntimo que había vivido con el hombre que llegó con una expresión desesperada y lágrimas en los ojos. La imagen de ese penetrante par de cielos que le buscaron, invadieron hasta sus sueños, sin parecer querer salir de su mente.

Su primer pensamiento cuándo conoció la situación, fue que podría usar esa debilidad para obtener su confianza y escapar con Sukuna pero esa mirada triste hablaba por si sola, con el brillo de sus orbes le contó todas las veces que se habían aprovechado de él y no quería sumar un peso más a la carga de esa cansada espalda.

Tal vez esa nobleza que le acompañó después de quedarse solo, fue la voz que le sugería ayudar cómo siempre había hecho y respetar su principal creencia que le hizo tomar la desición de trabajar dónde lo hacía. Pues al final de cuentas decidió ser un agente para tener el poder de ayudar a quienes lo necesitaban y ahora que la oportunidad se le presentaba, debía hacerlo como siempre.

Con esa convicción pensó en volver a hablar con los guardias de su puerta, pero para su grata sorpresa, vió al joven de cabellos obscuros jugando con los perros que a veces en la mañana solía ver corriendo en solitario.

— ¡Hey! – Gritó y agitando la mano, llamó su atención.

El chico volteó al ver el efusivo movimiento, haciendo una seña con la cabeza cuya intención era preguntar por lo que necesitaba.

Respondiendo a la misma dinámica, el más grande hizo una serie de señas con sus manos para pedirle que fuera a visitarlo a su habitación, recibiendo un par de hombros alzados como respuesta. Por un segundo, pensó que esté no había entendido su petición pero al verlo adentrarse a la casa, dió un suspiro de alivio.

Recordando los detalles más álgidos de su conversación con el albino, se enterneció recordando cómo este le había comenzado a pedir disculpas una y otra vez por haberlo secuestrado, explicando que no sabía de qué otra forma acercarse sin dañar su imagen imponente, pues al final de cuentas, de eso depende su vida. Tal vez no lo justificaba, pero tal vez podría entenderlo... Bueno, al final de cuentas, llevaba unos años conociendo a alguien muy parecido, siempre preocupado por cuidar su imagen desfachatada y feroz.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Armas (Goyuu) (Sukufushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora