Capitulo 1

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— ¡Carajo! –

El sonido de un grito resonó por toda la habitación acompañado del estruendo del golpe de una mano contra el escritorio de caoba que permanecía lleno de papeles y algunas fotografías donde un distraído hombre de cabellos rosados era el protagonista de todas y cada una de ellas.

— Ese maldito pandillero siempre se la pasa pegado a él como si fuera un chicle. Pensé que no sería un problema porque solo es un niñato pero resultó más valiente... O idiota, de lo que pensé. –

Con un movimiento rápido, todas las cosas sobre el escritorio terminaron en el suelo. Él hombre tras el se recompuso de nuevo sobre su silla, elevando los pies despreocupadamente.

— Dime entonces, Geto ¿Qué vamos a hacer? –

Tras aquel desafortunado arranque, finalmente decidió darle la palabra al subordinado que tranquilamente permanecía de pie frente a él.

— Organizar otra emboscada dónde podamos alejar a Ryomen Sukuna del objetivo. –

Su respuesta fue tan calmada como su rostro, pero esto no fue suficiente para el albino que ahora se ponía de pie colocándose frente a él.

— Error. – Levantó la mano, dándole un leve golpe en la frente con el dedo medio. — Ambos saben que voy tras él y no se despegará ni por casualidad, si no es que ya avisaron de nuestro encuentro a la armada y terminarán por asignarles seguridad extra. Encontrarlos a ambos solos ya será una suerte por si misma. –

— Entonces ¿Qué sugiere, señor? –

Tras caminar unos segundos por el lugar, el albino se detuvo, retirándose los lentes de sol que siempre le acompañaban.

— Maldición ilimitada. –

— Pero... – El sonido de sorpresa del hombre de negros cabellos, era lo único que inundó el lugar por unos segundos. — ¿No cree qué ejecutar esa orden y desplegar a tanta gente es un poco exagerado para un...? –

— ¿Un... Qué? – La mirada celeste volteó en la búsqueda de los obscuros orbes del contrario que le miraban con seriedad.

— Un simple hombre. –

— Ah, así que un simple hombre. Bueno, tu mejor que nadie sabe lo que busco de ese simple hombre. ¿Crees poder hacer algo para sustituirlo? –

Los segundos comenzaron a extenderse como si fueran horas mientras ambos seguían sosteniéndose mutuamente la mirada. Acto seguido, el pelinegro se deshizo del saco sastre que le cubría, tirándolo al suelo y comenzando por desabotonar la pulcra camisa blanca que ahora permanecía a la vista.

— Señor, sabe que yo he estado aquí desde siempre, incluso antes de la muerte de... –

— Detente. – Los celestes le dirigieron una mirada desagradable, siendo nuevamente cubiertos por el obscuro par de lentes. — Te he repetido mil veces que no me interesas más. Lo nuestro ya pasó y no me interesa volver a pasar por un camino que me se de memoria, así que vístete y lárgate. –

El nuevo rechazo se sintió para el contrario como una punzada en el corazón. Pensó que no podía estar más roto de lo que estaba en ese momento pero en su pecho parecía siempre haber leña de la cual hacer más cenizas.

— Y haz lo que te pedí. Quiero que todas las personas del escuadrón púrpura estén listas para cuando de la orden. ¿Entendido? –

— Si señor. – Comentó, terminando por volver a abotonar su camisa y tomar el saco del suelo para colocárselo tras una ligera sacudida, saliendo silenciosamente de la habitación.

Armas (Goyuu) (Sukufushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora