Simplemente me parace curioso

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Y es curioso, o al menos a mí me lo parece, el como con un simple ejercicio de relajación de educación física en el instituto puede hacerte pensar. Un simple ejercicio que forma parte de un trabajo obligatorio, en el que escuchas las palabras "cerrar los ojos y pensar en algo que os guste, que os relaje" y no se te viene otra cosa a la cabeza que esa persona. Una persona de la que, sin si quiera llegar a darte cuenta, te estaba enamorando con el simple hecho de su presencia en este mundo, compartiendo ciertos momentos del día.

Una sensación que, por muy extraño que pueda sonar, no me gusta, porque, por desgracia presente mi pesimismo y experiencia, sé cómo acaba. Y no quiero. Quiero que se quede sólo lo bueno, las miradas cobardes que aparto cuando me las devuelve, las risas por algún comentario ingenuo de cualquiera de los dos. Quiero conservar eso y no llegar a reunir la valentía necesaria para un día simplemente ponerle fin con una declaración de algo que ni uno mismo sabe qué es, pero quiere saber ai puede ser. Pero no soy capaz, y es por eso que no me llega a agradar esa sensación, porque siempre me sucede lo mismo, mi impaciencia me impide no intentarlo, me lanzo a un muro de hormigón sabiendo que está ahí, sin fuerzas para atravesarlo o simplemente hacerle algún rasguño. Y sigo diciendo, curioso me parece que, sin gustarme, disfrute de la sensación, porque no conozco nada mejor que imaginar la posibilidad de llegar a algo, intentarlo, que salga bien y acabar en un abrazo, sin daño a ninguna parte, con un camino posterior desconocido.

Es la primera vez que me doy cuenta de esta sensación tan repentinamente, sin esperarlo, pues apareció, aún ya estando ahí, emergió de lo que pensaba y quería ocultar, porque no podemos negarlo, no elegimos quién nos atrae y, al parecer, darse cuenta es tan simple como iniciar un ejercicio de relación y acabar con el pulso acelerado, cosa que tampoco había notado nunca antes, por pensar en esa persona. Y tengo miedo, mi mayor miedo, y todos evitamos nuestros miedos, pero por desgracia para mí, acabo enfrentándolos, con la ventaja de salir de dudas, con las malas de perder no sólo la sensación, sino también esa cercanía o amistad con la persona.

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