Curiosidad

Lo curioso de leer

He encontrado de nuevo lo que necesitaba para volver a escribir: leer. Parace algo muy simple pero a la vez lo encontraba muy complicado, no me apetecía dedicar mi tiempo libre a algo que no fuera el ordenador, sin embargo, aquí estoy. Me mantengo. Doy gracias a leer por traerme de vuelta y poder expresarme de forma libre, diciendo todo lo que siento y transmitirlo de la mejor manera posible a través de palabras, para que éstas sean leídas por otros.

En realidad hacía ya tiempo que no leía, me refiero con esto a dedicar mi tiempo libre a la lectura de un libro, no periódicos o artículos de revistas o simplemente fragmentos sueltos de cualquier cosa. Nunca dejamos de leer, pero no es lo mismo que leer un libro, sea bueno o malo.

Vivimos en una sociedad donde estamos altamente digitalizados, cualquiera puede recurrir con facilidad a libros digitales ya sea por bibliotecas online o compra de e-books, sin mencionar lo sencillo que es encontrar los PDFs completos de muchos libros. Fue así como volví a la lectura, recurriendo a la piratería para leer una historia que comienza con ladrones, es curioso, en realidad y tiene el ápice de ironía que me gusta. Comencé leyendo unas primeras cien páginas de Mistborn, de Brandon Sanderson, pero en seguida me di cuenta de que quería el libro en físico, aunque ya lo tuviese de forma gratuita.

La mayoría de libros que he leído han sido por el método de encontrarlos gratuitamente, sin dificultad alguna (cierto es que en ocasiones recurría a las versiones originales porque no había dado con la traducción) buscando un poco por Google. Pero los recuerdos de lecturas pasadas me devolvieron a la cabeza la sensación de tener un libro entre las manos, unas manos que disfrutan del tacto de las páginas y unos sentidos que también agradecen. Los ojos no muestran cansancio después de horas de lectura, siguen cada palabra nueva y luchan con el subconsciente para superar la tentación de adelantarse en los momentos más tensos, buscando el desenlace final. El oído se maravilla en el crujir del suave pasar de páginas y está mucho más consciente de lo que sucede alrededor que cuando leemos una pantalla, permitiendo una concentración mayor en generar imágenes virtuales en las que se desarrollan los escenarios que forman las palabras. Es difícil, además, comparar la satisfacción de oler un libro, sin necesidad de acercarlo a la nariz, ya podemos diferenciar el olor y la sensación de paz que nos proporciona, esa paz a la que podemos recurrir simplemente con abrir el libro. Y, bueno, poco hay que decir del gusto, nunca me ha dado por catar el papel, pero sí recuerdo aquellos libros de Gerónimo Stilton que permitían sabores a través del olfato. En su conjunto, un libro físico es un portal que nos mantiene absortos, pero atentos.

Puede que para preparar una lectura de un formato físico se requiera un instante más, no es tan solo encender nuestro dispositivo y buscar el archivo. Necesitamos sacar el libro de donde hayamos decidido custodiarlo, desplegar las páginas por las que nos quedamos, retirar el marcapáginas y, tras haber decidido una postura lo más cómoda posible, comenzar a leer. Es posible que suene demasiado poético, pero son esos preparativos de los que disfruto, y estoy seguro de que no estoy solo.

En resumen, mi regreso a la lectura no podía haber sido mejor, el libro era bueno. Muy bueno. Terminar casi setecientas páginas en menos de una semana era algo que anhelaba. Necesitaba desconectar del mundo digital y volver a los mundos de mi cabeza y, qué mejor forma de hacerlo que con un libro entre mis manos. Sigo necesitando esa desconexión, por lo que he decidido que no será el último libro, ya he comprado la secuela y sé que la disfrutaré. Gracias por leerme, un saludo a todos los lectores y lectoras que saben apreciar el formato físico y, a los que lo hacen del formato digital, les recomiendo darle una oportunidad.