La curiosidad de otros

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En la curiosidad de otra persona, encuentro la pregunta: "¿Por qué las mujeres son más interesantes para los hombres que los hombres para las mujeres?". La duda era de Virginia Woolf. Y es que no siempre tenemos que guiarnos por nuestra curiosidad para poder encontrar respuestas o, simplemente, más preguntas. Debemos de ser capaces de ver y entender la curiosidad ajena, y, aunque no será fácil, trataré de responder a su cuestión.

Los hombres somos simples, que no es poco, pues no significa que no mostremos nada, en absoluto, lo mostramos todo. Estamos entregados siempre al cien por cien. Cuando hay algo que nos interesa, nos esforzamos sin ocultar nada, dándolo todo desde el inicio, sin complicaciones y es porque, si ese esfuerzo total en el que empleamos todo lo que podemos, no lo conseguimos, volveremos, con nuevos métodos, desarrollados con la finalidad de conseguir aquello que ansiamos, porque es así, somos testarudos, somos muy cerrados y muy cortos de mente, nos dejamos cegar por lo que queremos. Es lo que nos hace simples, el hecho de que no exista misterio, somos lo que mostramos, y si quieres verlo, danos un objetivo, si no te convence, no hay más.

Pero las mujeres no sois simples, ni fáciles de comprender y estoy seguro cuando digo que ni con todo el tiempo que pueda pasar en este mundo, sería capaz de hacerlo, pues os ocultáis. No somos capaces de leeros si no sois vosotras quienes abrís la portada, para tan solo leer unas páginas, seleccionadas cuidadosamente para que no sepamos demasiado, que sea lo justo y necesario en ese momento. Pero somos curiosos, y nos atrae el saber, nos atrae lo nuevo, porque descubrir lo nuevo te otorga nuevas posibilidades. Las posibilidades de veros sonreír, porque no hay mayor trofeo. Cuanto más sabemos del libro infinito que os compone y alteráis, más curiosos nos sentimos, nos dáis la posibilidad de experimentar sensaciones que la humanidad desconoce, pues cada libro es propio e individual, cada página cuenta una historia fascinante que no se repite, una película que te gustaría repetir mil veces y no sabes realmente el motivo de por qué pulsas el replay, pero lo disfrutas. Y es que, si algo he aprendido en mi corta experiencia, es que merece la pena, como testarudos que somos, esforzarnos con todo una y otra vez para poder descifrar nuevas páginas, pues como simples que somos, nuestra mayor complejidad es sería el entender la facilidad de fascinación, sin límites, sin más barreras que las que se nos pongan, y habéis de tener por hecho que intentaremos sobrepasar esas barreras para seguir descubriendo, porque, recitando de nuevo a Virginia Woolf, si "en cada uno hay mil posibilidades", se aplicaría a una de vuestras páginas. Lo que significa que usaremos todas nuestras posibilidades por descubrir o, incluso más bonito y satisfactorio, ayudaros a descubrir nuevas posibilidades que os pinten esa sonrisa que nos ilumina el día, la semana, el mes y el año.

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