【𝟗 】

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Los hombres extraños llegaron a la puerta. Sus pisadas mugrientas llenas de lodo escurridizo llegaron a los oídos del atento minino humano parado al lado de la puerta con un cuchillo frente a su pecho.

Pero aquellas personas dispararon con ametralladora justo frente a la puerta.—Miércoles.— Dice Mew antes de abrazarse al bizcocho de chocolate y rodar por toda la mesa hasta caer. Las balas penetraron justamente la pared al lado de la mesa. Fácilmente como diez balas.

Quién sea que fuesen esas personas abrieron la puerta con una patada para adentrarse. Eran dos sujetos vistiendo únicamente pantalones con ametralladoras, pero se adentraron tanto que no notaron al moreno detrás de ellos.

El moreno se acercó al secundario para apuñalarle fácilmente el cuchillo al cuello unas cuatro veces corridas brotando una inmensa cantidad de sangre porque apuñaló justo en la arteria y Mew decidió dejar de abrazar el delicioso bizcocho para deslizar este por el suelo.

El bizcocho gira y gira hasta que posa frente a los pies del hombre. Todo lo de las apuñaladas ocurrió tan rápido que ahora era el delantero (primer sujeto) iba a darse la vuelta. Mientras volteaba, puso uno de los pies atrás del otro. Gran error. Ese pie penetró el interior del delicioso bizcocho. Así que un enorme resbalón se dio. Su pie deslizándose hacia enfrente mientras su cuerpo caía hacia atrás y erróneamente disparo al tejado. Creando otros tres huecos.

Gulf suelta al apuñalado volviendo a tener gotas de sangre encima (esta vez en su camisa y mano del cuchillo) para caminar hacia el caído. Se sienta en el regazo del caído y le apuñala la mano que sostiene el rifle.

—¡AHHHHH! AHH. MALDICIÓN.— Grita aquel hombre retorciéndose.

—¿Quiénes son ustedes?— Demanda Gulf, agarrando la ametralladora para dispararle su mano libre. Explotandola en sangre. El hombre grita el doble. Arqueando su espalda. Gulf agarra el hocico del lobo que tiene puesto y le quita la cabeza de lobo para mirar al verdadero lunático que se esconde detrás de una máscara de gas con ojos enormes de loco.

—Te volveré a preguntar una vez más: ¿quiénes son ustedes?— Gulf demanda con una voz rasposa. Mew mira todo con la respiración agitada.

—Somos Los Guerreros de Dios. Nuestro labor es entregarle sacrificios para que nos salve.— Ríe con locura el hombre antes de volver a ponerse triste. A su alocada manera. —¿Tú crees en Dios?

—Cuantos son ustedes.— Vuelve a demandar Gulf.

—No te diré nada.— Dice el lunático.

Mew se pone de pie con apoyo de la mesa al lado porque sigue cojo. Camina cojo hasta el lunático y se para frente a la cabeza de este.

—Arruinaste mi pastel, maldito. Ahora habla.— Mew patea su máscara de gas con su pierna buena y le rompe el cristal de la máscara.

—¡AHHH!— El hombre vuelve a gritar ahora teniendo muchos trocitos de cristal penetrados en sus ojos. Ahora el hombre gritaba con los ojos cerrados completamente irritados como si tuviera montones de picadas solo que no de mosquitos.

—Ya perdiste los ojos.— Gulf sigue amenazando. —Y una mano..., solo dinos cuántos de ustedes son y dónde están.

Sigue diciendo el moreno hasta que suena una voz. Era una voz radiofonica. Provenía de uno de los bolsillos del hombre. El moreno revisa sus bolsillos hasta encontrar un walkie-talkie negro y lo saca de ahí.

—Hermanos, el creador de la ciudad... Nos hemos encargado de él con lo del bar. Nos vemos en La Iglesia.— Comunica aquel hombre.

—No dijo el nombre de la iglesia.— Maldice Gulf en bajo. Mew se le queda viendo, y coge el walkie-talkie suavemente. No quería parecer rudo ni nada con el moreno. El castaño se le queda viendo con curiosidad al hacia él mientras Mew acerca el walkie-talkie a su boca. Todo nervioso con ojos serios.

𝙇𝙊𝙎 𝙍𝙐𝙂𝙄𝘿𝙊𝙎 𝘿𝙀 𝙈𝘼𝙍𝙏𝙀 •MewGulf + SaintZee (+threesome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora