Flotar entre mi liquido vital en el útero de mi madre, creo que fue lo mas inofensivo que hice para este mundo. Desde que me deslize por el túnel a la vida, la aplaste como un caracol mas fuerte de lo que debía, a quien me había dado todo para venir sana y lista a esta existencia. Y mi primer segundo en ella, este plano, espacio y tiempo aunque fuera algo ajeno en mi, lo manche de sangre.
Sangre que no paraba de correr como un rio de entre sus piernas. El desgarro de un mal parto, como si el diablo hubiera parido al anticristo ya en su forma para lastimar hacia que mi mama se iba por el camino contrario, perdiendo el color en su piel y la lucidez en su mirada. Mientras yo me teñía por primera vez de darme vida a trávez de la muerte.
Las lagrimas caían torrencialmente al igual que la lluvia la cual esta podría revivir cualquier océano si así fue necesario. Mientras las plantas estaban envueltas bajo el frio que cortaba la sangre de aquel invierno. Y la sala de parto descansaba de los gritos de la embarazada, que hasta hacia unos minutos atentaban con estallar los vidrios por negociar sobre su final
Al final al cual nunca se apiado, nunca llego. Mi mama no se apiadaba de nada. El rechazo a ser vencida parecía traerlo en la medula, cuando el medico grito en medio de la desesperanza que tenia entre sus manos aquella vena crucial que se había cortado como un simple elástico. Las puntadas que comenzó a tejerle , la hacían volver como si el agua en cantidad llegara a el desierto y terminara con la calcinación.
Y dejo de ser tarde y el oxigeno bailaba normalmente en su cuerpo, inflando su pecho por la respiración que revitalizaba. A todos en aquel nacimiento nos revitalizaba inflar el pecho. Hasta a mi, que en ese momento posaba en los brazos de un familiar y eran mis primeras bocanadas de el mundo real.
Con que la muerte fuera vencida entre las paredes del hospital, donde habitualmente se genera. Con que la vida estuviera en ese cuerpo. Estaba cambiando el rumbo de la historia.
Mi historia.
Lo que me va a condicionar hasta el final comun de todo ser humano, la muerte.
Luego llego la clase alta en un pueblo mediocre, los primeros años de mi vida en instituciones ejemplares junto con lo que eran pretendidos para el futuro. Los títulos universitarios colgaban de decoración en el living de aquella casa que me quedaba tan amplia. Una infancia entre muebles agraciados y los adornos que decoraban sobre ellos, estrellando en las paredes como misiles.
Tal vez ese es el origen del padecer
Los cuadros rotos
Cristal desparramado en el suelo.
Gritos con reclamos pintados de odio.
Pelea a punta de cuchillos de cocina.
La violencia me vio nacer y ahora me arropaba entre sus brazos.
Los cuales son de adrenalina rasposa mientras era un espectador por primera vez ese estimulo, a la sinfonía de la destrucción que tocaban mis padres peleando a muerte por algo que no funciona.
Su matrimonio a medida que pasaba el tiempo, era lo que menos esperaban y yo lo que mas encontraba era a ella. Violencia. Mi situacion familiar, fue nuestra primer mirada a los ojos. Ya era su hija legitima, la hija de lo prohibido, la discordia y el caos. Pero ahora tenia edad para reconocerla o peor para recordarla.
No la compartíamos, de hecho la escondíamos debajo de la alfombra que nos obligaba la presión social de ser una familia ideal del bien. No se podía nombrarla, nadie la conocía, ni la infligía. Por fuera no existía, pero su existencia en si, era una desgracia.
ESTÁS LEYENDO
TOXICOMANÍA
Novela JuvenilEntre la violencia, las drogas, el ego y el amor: un grupo de tres amigas problemáticas experimentan los altibajos de ser un narcotraficante de cocaína en las calles del pueblo y de lo que ser un adolescente cotidiano en la vida de la secundaria.