TOXICOMANÍA

5-"Dangerous Animals"

Cuando Tucker me pregunto en ese baño porque no podía dejarlo al negocio de la merca de Beker, la respuesta es más oscura y compleja, que un simple "es difícil" que solo utilizo para resumirlo aquel sentimiento tan amplio y tan nato en mi. Así que simplemente termino escapando.

Porque hay cosas que no se preguntan y no se responden con la verdad nunca.

Prefería que la gente pensará que lo hacía por gusto. Que en algún punto eso era cierto. Pero era mi gusto más caro. Más allá de los tragos, los beneficios y los cheques cobrados. El contrato, no te lo trae nadie más que el mismo diablo en sus manos y la noche de póker del ultimo domingo, después de  casi un año en el mundo de la cocaína se apareció con ello. Al principio no lo ví y ciertamente no lo hice hasta después que todo terminó.

Temprano por la mañana del domingo,  Paris se levantó dispuesta a concretar la idea que tenía hace días dando vueltas en su cabeza cada vez que se acostaba: " tomar prestadas tres armas a su papá " —Las tomo por la mañana y las devuelvo después del partido de póker, no se va a dar cuenta nunca, ya no las usa. Supongo que esa es la ventaja de estar tanto en este mundo, en el negocio. Como sea. Yo no voy a morir por un disparo, es en lo único que pienso cuando me duermo y me levanto.

Nadie la cuestionó con ninguna palabra.El aval del silencio es tan extenso . Los tiempos corrían y no hacían más que ajustarnos. Ahí entendí que todas en nuestro interior, nos atravesaba ese miedo del cual a nuestra manera nos protegiamos y eso es lo que nos unía hasta el último momento. No podíamos brillar sin prendernos fuego.

—Bueno pero si es en defensa propia tampoco creo que sea tanto problema.

Las palabras de Mavys tratando de justificarnos, fue lo único que relleno el silencio en la guarida tras la afirmación del robo a las armas del viejo. Ella también tenía miedo, aunque no se atrevió a decir ni siquiera que quería ir o participar de algo más que no sea mirar o saber, porque no es estúpida. Si temía perder a las únicas amigas que había tenido tal vez alguna vez. Que aunque fuéramos una mierda, que ya a esta alturas conoce demasiado de las tres y no tenemos el expediente más espectacular, se atreve a sentarse en una mesa con nosotras, a mostrarse entre nuestras siluetas y a defendernos cuando lo único que somos ante ojos de todos es indefendibles.

Aquella frase no fue más que otro justificativo a las ideas de París.

Por eso, en la penumbra de las seis de la mañana sabiendo que la jornada de su padre es más larga en los bares por  empezar los sábado a la noche, aprovecho el tiempo. Camino hasta el lugar, prendio la luz y lo observo unos minutos en su estado camuflado para los minutos siguientes encontrarse removiendo las maderas del suelo, dónde debajo estaba la caja fuerte con una de las utilerias más pesadas del viejo. Llenas de polvo, las armas de todos los calibres se reflejaban ante sus ojos.

Solo tres, solo tres de ellas, una para cada una. Pero no las usaríamos en ningún momento a menos que la condición sea crítica. Luego volverían a su lugar, para que finalmente el secreto que empezamos, termine en nosotras.

***

Ashley brillaba siempre en los juegos, pero hoy brillaba como el brillo que tiene una escopeta nueva, lista para usar. 

En ese agujero secreto, en una de las esquinas de la mesa de póker. Con las fichas, las cartas en la mano. Analizando cada posibilidad que pudiera salir en el juego, mientras se muerde los labios y mientras en su detrás, de la espalda de la chica vestida para matar, se podía escuchar una risa psicópata que venia desde la oscuridad. Tal vez era la de ella, saliendo de su interior reflejandose en el mal y gozándolo. Por qué luego de que el movimiento alcanzara su clímax, se condeso y comenzo a caer lentamente mostrando en la mesa la ultima jugada que nos hacia llevarnos lo apostado de la ronda, otra vez.