Capítulo XXVI

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Los punteros del reloj que descansa sobre la pared de la clínica marcan las cuatro de la mañana en punto. Pareciera como si recién fueran las cinco de la tarde; la cantidad de personas sentadas en la sala de espera, el número de camillas trasladándose de un corredor a otro, la abundancia de pacientes que padecen de hipotermia a causa del congelado clima que cubre la ciudad. El cielo no está tan oscuro como otros días y los relámpagos que resplandecen en el cielo le dan un tono azulado grisáceo cubierto de nubes rellenas de agua, nieve o granizo, que probablemente caerían en poco tiempo provocando una infernal tormenta. 

El celular de Emilio comienza a sonar en el bolsillo de su pantalón, entonando la canción de Michael Jackson y por el intenso volumen toda la gente se voltea a verlo. Algunos se dan cuenta del asunto que se trata y vuelven su mirada a la televisión que cuelga de una pared emitiendo un aburrido programa de noticias; otros lo miran y esconden una sonrisa por la famosa canción Smooth Criminal y una que otra chica se le queda mirando, sonrojándose levemente. Yo sólo me cruzo de brazos y agacho la cabeza, frotando las manos en mis bolsillos para conseguir algo de calor.

—Sí mamá. No llegaré a casa... —sus mejillas se tiñen de un tono rosa y una sonrisa nerviosa se dibuja en su cara mientras suelta una risita. —Sí, estoy con él. Okey, yo le diré. Dale, yo también te quiero. Adiós.

Cuelga el teléfono y lo introduce en su chaqueta. Se sienta a mi lado y yo sigo con los ojos pegados al suelo. Su brazo pasa tímidamente por mis hombros y me acerca a él. Mis ganas de querer abrazarlo, darle un beso en la mejilla y sonreírle se hacen más fuertes. Pero me quedo quieto.

Relájate. No pienses. Actúa.

Aquellos pensamientos me atormentan y finalmente me doy por vencido. Relajo los músculos de mi estómago y me deslizo un poco en el respaldo de la silla. Mi cabeza cae apoyada en su hombro. El perfume que se desprende de su jersey es tan exquisitamente masculino que me quedo bastante tiempo inhalando y exhalando profundamente.

—Hueles rico —susurro. Él suelta una risita y presiona sus dedos en mi brazo. Una ráfaga de viento me azota el cabello cuando las puertas de la clínica se abren para dejar entrar a una pareja. Esto me hace apegarme más a él, en busca de calor. El efecto que provoca su mano sobre la mía es increíble. Su piel cálida se mezcla con la mía y en unos instantes de nuevo estoy a una temperatura moderada. Siento como su boca se comprime contra la cima de mi cabeza en un largo beso mientras aspira el aroma de mi cabello y cierro los ojos disfrutando de la sensación.

—Tú también hueles bien —me responde. Esbozo una sonrisa y levanto la mirada. Me está mirando y admiro como la miel de sus ojos está más claro de lo normal. Veo mi reflejo en sus pupilas. Las mariposas se apoderan de mis entrañas y comienzan a aumentar en movimiento por mi pecho. Estiro los labios y los empujo en su mejilla. Él frunce el ceño divertido y levanta las comisuras de sus labios. —¿Y eso?

—Gracias por quedarte conmigo.

Él suspira y se tensa un poco. Luego se pasa la lengua por sus labios secos y se queda mirando mi rostro. Tengo que mirar para otra parte porque el calor ha subido a mis mejillas y me pone demasiado nervioso mirarlo tanto tiempo.

—No es ninguna molestia, Joaco. Me encanta estar contigo.

Le sonrío y él me devuelve la sonrisa. Descanso nuevamente mi cabeza en el hombro de él, mientras empieza a darme pequeños masajes en mi cabello. De poco a poco, comienzo a sentir el cuerpo más pesado, los párpados se me están cayendo, mi respiración se vuelve aún más calmada y bostezo reiteradas veces. Emilio emite una risa adorable y me recuesta casi encima de él. Me ruborizo al instante a pesar del estado de somnolencia en el que estoy.

—Dulces sueños, bonito.

Y con el perfume de Emilio inundando mis fosas nasales, sus dedos acariciándome el cabello y en variadas ocasiones depositando besos en mi frente, caigo dormido en los brazos de Morfeo.

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La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Abrazos Gratis || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora