Capítulo XLV

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Un recuerdo se me viene rápidamente a la mente.

Julio 24, 2012

—¿Puedes creer que mañana se cumplen cuatro años? —dice ella, con una enorme sonrisa.

Azul se sienta sobre la cama de mi habitación. Su cabello está amarrado en una cola de caballo para escapar un poco del asfixiante calor que se concentra en la ciudad. El cuerpo escondido dentro de un vestido crema, hasta la rodilla, dándose el lujo de mostrar sus piernas perfectas. Me mira por arriba de sus largas pestañas cubiertas por una extensa capa de rímel, sonriéndome. Mueve la cabeza, diciéndome que me siente al lado de ella. Obedezco, metiendo mis manos dentro de mis jeans y con la cabeza gacha.

—Soy la persona más feliz del mundo por tenerte como amiga —le susurro. Siento como sus brazos se envuelven en mis hombros, tanto que puedo aspirar el dulce perfume que desprende de su cuello. Deposita un beso en mi mejilla y acaricia mi espalda.

—Yo también soy feliz de tenerte —dice. —No quiero que te preocupes de lo que digan mis otros amigos. Tú eres el que más me importa, y nunca te abandonaría por estar con ellos. Lo prometo.

—¿Prometes que seguiremos siendo amigos?

Se ríe suavemente.

—Sí, ya mañana cumpliremos cuatro años de amistad —posa una mano sobre mi hombro y ladea la cabeza. —Y dándome cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, los próximos años junto a mi mejor amigo serán para siempre. Lo prometo, Joa. Te quiero.

—Yo también, Azul.

Mi corazón late con fuerza y una acumulación de lágrimas por la felicidad espera rodar por mis mejillas. Puedo ver como en la pared de mi alcoba hay una foto de nosotros dos en el instituto o las tarjetas de amistad con el nombre de Joaquín Gress como destinatario metidas en el cajón de mi velador. Se me pasan los momentos vividos con Azul en mi mente. Y puedo darme cuenta que es la primera amiga en la que le he confiado todo.

Fin del flashback.

Día presente:

Sus ojos verdes me observan con normalidad, con una tímida sonrisa tirando de sus labios pintados de fresa suave. Su expresión es como si verme ahí fuera algo cotidiano. En cambio a mí, una ola de emociones se apodera de mis entrañas, la rabia, los celos, la confusión corriendo por mis venas. Mi corazón con el típico sonido rítmico algo acelerado, golpeando con fuerza contra mi pecho. Aquel recuerdo me refresca la memoria, me hace pensar que ella fue la única que quiso estar conmigo, fue la única que me escuchó y estuvo para mí cuando todos me ignoraban. Ella fue la única que quiso estar conmigo por lo que era.

Mi mano con la de Emilio están entrelazadas, y con un leve apretón de su parte, me hace sacudir la cabeza. Pero ahí me doy cuenta, de que a pesar de todo, trato de localizar el por qué no debería estar enojado con ella y quererla como antes... pero la espesa niebla que me ciega la mente no me deja recordar todas las cosas que ella hizo por mí. Estoy bloqueado, enojado y aterrado por las cosas futuras que podrían suceder ahora.

—Hola —musita. Yo asiento con la cabeza en forma de respuesta.

—Hola, Azul —dice Emilio por mí.

—Los dejo por un rato, tengo que ir a resolver algo —dice Diego algo incómodo por lo que acaba de pasar.

Comienza a alejarse, y por unos segundos quiero ir con él y escapar de aquí. Diego no me dejes aquí. Pero la recreación de Azul y Emi solos me hace quedarme atado al cuerpo de Emilio.

—No quiero ser grosero... ¿Pero qué haces tú aquí? —escupo. No en un tono agradable. Seguro que la estoy fulminando con la mirada, pero sinceramente, me da lo mismo.

Abrazos Gratis || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora