12|Roces II

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Las luces del escenario se apagaron, de pronto una melodía comienza a escucharse junto al sonido de las baquetas para empezar la canción

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Las luces del escenario se apagaron, de pronto una melodía comienza a escucharse junto al sonido de las baquetas para empezar la canción. Luces rojas se encienden encima de André quien sonríe para comenzar a cantar. El saco negro con destellos negros junto a los pantalones pegados hace que la multitud grite aún más al notar que no trae una camisa debajo.

Su voz es igual de hipnótica que toda su presencia, se mueve por el escenario como si toda la vida hubiera hecho esto, además sus pasos de baile son atractivos e insinuantes. Sus dedos en el bajo se mueven rápidos y certeros, no hay nada en él que puedas dejar de observar. La gente baila y canta al unísono, algunos gritan cosas inapropiadas hacia los chicos, suelto una pequeña risa porque me resulta muy gracioso, aunque lo entiendo, porque yo también soy fan de una banda.

Comprendo el encanto que ven ellos, Jerome desliza los dedos sobre las cuerdas de la guitarra con destreza formando un sonido eclipsante, lo había escuchado de fondo cuando hablaba con Deneb por las noches. La chaqueta de cuero roja y el cabello hacia atrás crea un encanto natural en Jerome.

Y Gérard le da vida a la canción y más ritmo, él es igual de atractivo que los demás con el cabello lacio y un poco largo. Su destreza con la batería es impresionante, le da ese toque diferente y se nota que a pesar de que él no puede moverse libremente en el escenario disfruta lo que hace.

Tocaron dos canciones más y al final se despidieron bajándose del escenario, aunque la gente exige escucharlos por más tiempo.

—Estuvieron increíbles, de verdad. Creo que desde ahora soy su fan —digo una vez que los chicos se sientan en el sillón junto a nosotros.

—Gracias, sigo sintiéndome nervioso —contesta Jerome sonriendo. André y Gérard concuerdan con él —. Ricitos, ¿tú no bebes nada? —Jerome se dirige a mí después de observar las bebidas que están en la mesa.

—No, gracias. Tal vez pida algo más tarde.

—Quiero prepararte una bebida que estoy seguro que te va a gustar —ofrece Deneb poniendo su mano sobre mi muslo desnudo.

—Acepto —digo sin pensarlo mucho.

«¿Y dónde quedó la promesa de no emborracharte?»

Quito ese pensamiento de mi mente, no me emborracharé.

—Elaine, ¿puedo llamarte ricitos? —pregunta Jerome dando un trago a una bebida azulada que debió de haber tomado de algún mesero.

—¿Qué tengo yo con los apodos? —cuestiono dando un trago al refresco que tomé mientras ellos tocaban.

Deneb ríe y da un apretón inesperado a mi pierna que me provoca escalofríos —Tienes un imán para los apodos, bonita.

—Está bien Jerome, puedes llamarme de esa forma.

—Nos vemos luego tortolitos, ahora regreso —Jerome se levanta dirigiéndose a la salida del bar con su celular en las manos.

—Ven, vamos por la bebida —dice Deneb tomando mi mano levantándose del sillón, le susurro a Camille un ahora vengo y ella asiente.

Lonely EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora