Después de mi pequeña estadía en el hospital, volví a casa, donde no salí por cerca de un mes. Tardé semanas en volver a poder cerrar mi mano y en volver a poder mover los dedos. De hecho, recuerdo haber estado sumamente asustada por la probabilidad de no volver a mover más mi mano. Pero en fin, me recuperé, y me quedó una cicatriz menos notable de lo que yo esperaba. Al volver a clases fue todo igual que el año anterior. Me aburría, estudiaba, jugaba, pero, como había pasado antes, yo extrañaba mucho a Maddy. De vez en cuando la llamaba a su teléfono, y otras veces ella me llamaba a mí, aunque la verdad, eran conversaciones muy cortas debido al costo que tenían las llamadas telefónicas en aquel entonces. A veces me quedaba despierta en la noche pensando en qué estaría pensando ella. Pensando si seguiría con los mismos problemas que me había contado, o si le habré ayudado con mi idea de subir al cerro (la cual de vez en cuando me parecía algo estúpida). Pero por sobre todo, me preguntaba si el hecho de ver a Madeline solo una vez al año era lo que me hacía extrañarla tanto. Si tuviese la oportunidad de poder verla a lo largo del año, ¿sería nuestra amistad más fuerte, o sería más como la relación que tengo con mis amigas del colegio, vagas, y sin propósito? ¿Y si el hecho de no verla a menudo era lo que me hacía quererla tanto? Era una probabilidad. Otras veces me preguntaba si ella me extrañaría de la misma forma que yo a ella. En mi cabeza sabía que sí, pero de igual forma no podía evitar preguntármelo.
Pasaban los meses, y yo seguía con mi vida. Tuve mi cumpleaños en Junio, algo bastante humilde, solo mi madre y yo (francamente a esa edad no disfrutaba mucho las fiestas "a lo grande", prefería la compañía de mi madre, aunque sí hubiese preferido que Madeline hubiese estado, junto a su abuela a quien también le guardaba un gran cariño). Hicimos un pastel, y cenamos como nunca antes. A veces, cuando ella trabajaba, yo me sentía algo sola en la casa. Me aburría, y hubiese querido tener a alguien con quien charlar y distraerme. Y como si hubiese sido predestinado, llamó Madeline, preguntando si me gustaría que ella viniese por unos días a mi casa. Traté de mantener la compostura, y le dije calmadamente que no había problema si mi madre lo decía, y prometí preguntarle. Al colgar el teléfono, yo estaba casi saltando en un pie por la emoción. Cuando mi madre llegó, le comenté, y ella me miró seriamente. Me preocupé. "Depende", me dijo. Le pregunté de qué dependía. "De si le gustan los porotos granados".
Al cabo de un par de semanas, cuando ambas estábamos de vacaciones de inverno, yo esperaba ansiosa la llegada de mi amiga. La vinieron a dejar sus padres, nos dijeron que si pasaba cualquier cosa, no dudemos en llamarlos, luego se despidieron de su hija, y yo noté un cierto aire de incomodidad en Madeline. Cuando se fueron, ella me saludó con una dulce sonrisa (lo cual era algo muy agradable de ver en ella). También noté que su cabello estaba teñido de azul. Me sorprendió mucho, no diría que me disgustó, aunque estoy segura de que ella lo vio de ese modo. En fin, nos saludamos cálidamente y entramos en la casa. Mi madre, hospitalaria como siempre, la hizo sentir en casa. Le mostré el living, que tenía un par de sillones, una mesa, y una chimenea donde prendíamos fuego cuando el clima estaba muy helado. Seguimos hasta el comedor-cocina, donde le mostré la puerta que daba al jardín. Fuimos al segundo piso, donde le mostré las dos habitaciones, la de mi madre, y la mía, que por suerte tenía un camarote que compraron mis padres en caso de que fuese a tener un hermano. "Puedes dormir con mi madre, o en la cama de abajo", bromeé, ella dio una sutil risa. Se quedó con nosotras por 5 días que por un tiempo fueron los mejores 5 días de mi vida, hasta que de pronto no lo fueron.
Durante la tarde del primer día, yo y mi madre nos preocupamos de que ella se sintiera en casa. Sabíamos que ella era una niña muy tímida, así que procuramos que durante su estancia, se sintiera bien. Estábamos en mi cuarto, sentadas, discutiendo lo que nos había pasado durante el verano.
-¿Por qué te teñiste el pelo?- Ella me miró algo preocupada.
-¿No te gusta?
-¡Si!, solo que no me esperaba verte así. Aunque te hace ver como una mujer ruda.- Sonrió.
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Siempre nos recordaré
Novela JuvenilLily es una niña tímida pero extrovertida que gusta de los humildes placeres de la vida, como pisar hojas y ramas secas, disfrutar el aire de la mañana e ir al río, pero por sobre todo, disfruta de los veranos que pasa en la montaña junto a su madre...