Verano de 1987, 11 años

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Aquel verano volvimos a los viajes de una semana por temas económicos. Pasé todo el año pensando en volver a ver a Madeline, les conté a mis amigas de ella, y a decir verdad creo que se molestaron. No me importó. Creo que eso mi hizo darme cuenta de que la gente que se molesta por idioteces suele ser más inmadura. De todas formas eso no me separó de ellas. En las semanas futuras seguíamos jugando y conversando, y debo admitir que traté de buscar alguien con quien entablar una amistad como la que tuve con Maddy, unas dos veces estuve cerca, pero solo no me sentía de la misma forma. Ellas hablaban de cosas sin sentido, ropa, casa, hombres, con Madeline yo hablaba de música, arte, familia, la vida y todo eso. Era incomparable.

Nos fuimos a la montaña la segunda semana de diciembre (según recuerdo). Al llegar, vi a Maddy hablando con su abuela, sentadas ambas en una banca en las afueras de su cabaña. Su abuela señaló nuestro auto, ella se puso de pie, y se puso muy feliz. Yo estaba igual, aunque para mantenerme digna no lo demostré (o eso creí). Al salir, lo primero que hice fue ir donde ambas, saludé a Madeline de un abrazo. Su abuela nos miró, y preguntó:

-¿Extrañaste a Lily, hija?

-Sí...- Respondió ella, tímida como siempre.

-Yo también te extrañé.

La anciana, nos dejó para que nos "pusiéramos al día". Creo que ese fue el primer verano en que no ayudé a desempacar y a ordenar todo, y a decir verdad nadie me dijo nada. Incluso creo que mi madre se alegró de que no lo haya hecho. Pasé toda la mañana conversando sobre cómo fue mi año, y ella me contó sobre el suyo también. Me dijo que cuando me fui el año anterior, ella pasó casi todos los días junto a su abuela, que era buena compañía, pero tendía a ponerse aburrida. No se entretuvo mucho durante el año, comenzó a dibujar, a leer, iba a la escuela, me contaba que mientras sus amigas jugaban, y charlaban, ella se mantenía en un extremo leyendo un libro. Y luego me dijo "la verdad me preguntaba mucho cómo serían las cosas si tú hubieses estado allí". Eso me llegó hasta el alma. Madeline tenía en aquel entonces 12 años.

Unas horas después, luego de haber almorzado, y de una siesta, salimos a jugar y a pasear por toda la tarde, hasta que anocheció. Nos despedimos, y nos fuimos a dormir. Al otro día no la vi mucho, porque tuve que ayudar a mi madre con algunas cosas, y estaba muy cansada para salir. Pero, a eso de las 6 de la tarde, fuimos a nuestro lugar en el cerro. El sol era fuerte, pero nos las arreglamos. Al llegar allí nos sentamos y seguimos conversando.

-Juguemos a algo.- Le dije.

-¿A qué?

-Se llama "mejor momento peor momento".

-Nunca lo había escuchado.

-Es porque lo acabo de inventar. Tú me dices tu mejor momento en la vida, luego yo te digo el mío. Quien tenga el mejor momento le deberá algo a la otra.

-Bien, empieza tú.

-Mmm... Mi mejor momento... Mi mejor momento fue un día que fui al zoológico con mi mamá. Recuerdo que estábamos las dos, era un lugar gigante. Vimos zorros, jirafas, peces, tortugas, serpientes, hasta vimos unas tarántulas. Pasamos todo el día allí, ella me explicaba qué animales eran, y qué hacían de especial. Yo estaba fascinada.- Ella sonrió.

-Mi mejor momento aún no ha pasado.- La miré, extrañada.- Mi mejor momento será cuando deje de preocuparme por todo.- Tardé un momento en responder.

-¿Qué te preocupa?- Otra pausa

-Todo lo que pasó y lo que puede pasar.-Cuando me dijo eso descubrí que ella ya no era la niña tímida que conocí el año anterior, claro, seguían habiendo rastros, pero el hecho de que me haya contado eso significaba que algo había cambiado.

Siempre nos recordaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora