23.

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Ella se giró, para facilitar la faena a Natalia. Natalia la observó, desde su altura. Alba tenía la boca entreabierta, cruzaron miradas.


- Si...sigue... - consiguió articular.
- Ahora me tendría que ir yo... - dijo Natalia, besando su coño totalmente depilado.
Como amaba ese cuerpo...
- ¡No! – gimió Alba, cogiendo a Natalia por la espalda por si acaso.
- Tranquila. – sonrió Natalia. – Necesito esto más que tú. – y volvió a hundirse en su sexo.
Alba jadeó.
- No lo creo... - musitó entre gemidos. Natalia paseó su lengua a lo largo de su raja húmeda. Alba enredó sus dedos entre su pelo.

Arqueó las caderas. Natalia abrió la boca para aceptarlo todo, mientras la bombeaba con la lengua sin cesar. Mordisqueó uno de los labios. Alba se mordió los suyos, de la boca. Como le gustaba... Natalia hundió el dedo pulgar en ella, aprovechándose de su grosor. Alba volvió a arquearse.

- Dios, sí. – cerró los ojos disfrutando de las sensaciones. Natalia gimió. La rubia se inclinó y la miró interrogativa. Los seductivos y pequeños ojos de Natalia se alzaron hacia los de ella. Sonrió y se separó un poco. Alba extrañó esa deliciosa sensación. Natalia metió el dedo índice y corazón, reemplazando el pulgar.

- Mierda, como me gusta esto... - se quejó Natalia volviendo la vista hacia el coño de Alba, húmedo y brillante. – Como me gusta tu sabor... - volvió a pasar la lengua, tan intensamente que a Alba le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.
- Oh... - gimoteó, sonriendo. – te...
- ¿Me?
– murmuró Natalia, ahora sin quitar los ojos de su faena.
- Te... ¡Ah!...amo.


Natalia la mordió. Ella gritó suave. Dolor que pronto fue sustituido por un orgasmo descomunal. Arqueó la espalda, levantó las caderas, ni la misma Natalia sabía que la rubia era tan flexible, aunque no paró de comérsela, llevándola al límite de buen gusto, sorbiéndola hasta vaciar el bote de su propia miel.

La respiración de Alba era entrecortada. Yacía quieta, con los ojos cerrados, intentando descansar. Sintió los besos húmedos de Natalia, como empezaban a subir por su cuerpo.


- Mmmh... bonita... - murmuró como una niña pequeña, contra su barriga. – hermosa, preciosa, mi princesa... - acarició la curva que unía la cadera con el culo. - ¿todo bien?
- Per...fecto.
– dijo Alba sonriendo, y abriendo los ojos de nuevo. – Pero... uf... que bien. – Natalia llegó a su altura y besó la punta de la nariz.
- Tu néctar es mi bebida favorita. – sonrió y le acarició la mejilla.
Alba abajó los ojos y sus manos resbalaron por los cuadrados de las maravillas del cuerpo de Natalia, buscando... algo.
- ¿Qué no encuentras?- se rió Natalia, besando su frente. Sintió como Alba le bajaba los bóxers.
- Joder... - exclamó ella en ver la erección.
- Mmmh... ¿no te gusta?
- Me encanta
. – sonrió ella, y alzó la vista hacia los ojos de Natalia. – Está enorme...
- Tócala...
Alba hizo caso a Natalia y acarició su polla. Palpitaba.
- Estoy caliente... - murmuró Natalia, mordiendo el cuello de Alba. – Más que nunca... - ahora subió hasta la oreja y lamió su lóbulo - quiero follarte bien duro...

Alba gimió al sentir como Natalia se metía de golpe en su cuerpo.
Madre mía, que sensación. Arqueó la espalda, y su vientre rozó el duro abdomen de Natalia – aunque en ese momento todo lo que tenía en su cuerpo estaba duro. –

- ¿Lo sientes? – dijo Natalia moviéndose encima suyo.
- Si... - jadeó Alba. Natalia observó su cara de placer.
- Te amo. – murmuró, besando su boca. La embistió fuerte. – Ah... dios...
- Estás muy... duro... -
gimoteó ella.
- Por tu culpa.
- Nat... -
Alba clavó sus uñas en la espalda de Natalia.
- Dime mi amor... - Natalia siguió moviendo sus caderas, adelante, atrás... era un vaivén erótico que hipnotizaría hasta a la más santa.
- Más... - jadeó, rodeando la cintura de Natalia con sus piernas, y apretándola más contra ella – Más, quiero más.
- Entonces te daré más...

Natalia salió de ella. Alba se quejó.

- Te dije más, no que pararas... - hizo puchero – O aún peor, que te salieras. – Se levantó. - ¿Se puede saber qué haces ahí? – Dijo viendo a Natalia, tan graciosa, de pie, en frente a ella y la cama. Y empalmada.
Alba fijó sus ojos en la enorme verga mojada por sus jugos.
- Quieres dejar de quejarte y venir aquí. – dijo Natalia palmeando delante suyo. – Así me es más fácil embestirte más deprisa.
Sonrió. Alba se movió hasta donde le indicó la morena. Natalia la besó en la boca. Alba acarició su erección. La apartó unos momentos y se inclinó hacia adelante.

- No... - dijo Natalia apartándola. – Si me la chupas ahora, me corro ya.
- ¿No quieres?
- Quiero que te corras tres veces más antes que yo.
- Será difícil.
– Sonrió Alba, y volvió a tumbarse, aguantándose por el antebrazo.
- Eso lo dirás tu... - Natalia se acarició la polla, acercándose a su entrada. - ¿A caso no lo deseas tanto? – volvió a meterse en su cuerpo.
- Si... - Alba acarició su pecho.

Natalia le cogió los muslos. La sacó casi entera y la volvió a embestir con fuerza, hasta el fondo. Sintió como Alba se contraía, le apretaba, se ajustaba tanto a su total longitud. Gimió. La volvió a dar, fuerte.


Ella se lo agradeció con otro par de espasmos. Y más y más y más. Y Alba se corría. Y quizás no aguantaría dos más, pero este sí que lo disfrutaría. Y la adoraba, a toda ella. Pero ahora mismo, se deleitaba por una cosa en concreto. Alba, semi aturdida, con el pelo pegado al cuerpo, bañado en sudor, igual que el cuerpo de Natalia, respiraba dificultosamente. Natalia salió de ella. Un gracioso 'plop' se escuchó en el silencio de la habitación. La morena mismo la giró sobre Alba, la puso boca abajo. Frotó su pene en su totalidad contra una de las nalgas. Alba agarró las sabanas, aun estremeciéndose por el fuerte orgasmo.

- ¿Qué... haces? – murmuró ella, suave, bajito. Natalia estaba colapsado por la lujuria, por todas las sensaciones que le hacía vivir Alba.
- Quiero terminar en... - Natalia suspiró, pasó sus dedos entre su pelo.– en tu culo...

Le sonrió, tiernamente, acariciando una de sus nalgas.
- Nat... - susurró Alba. – Natalia...
- Dime...
- Natalia movió un poco las caderas, frotando más, sin perder el control.
- Soy... dios, que vergüenza.
- Dime...
- murmuró Natalia.
- Nunca me han...
- Lo sé.
– se inclinó para besarla. - ¿Por qué crees que nunca te he penetrado por atrás? Se cuando una mujer... bueno, eso... - mordió su hombro – si me dejas... tendré cuidado...
- Siempre lo tienes.
– sonrió y le acarició la mejilla. – Lo tuviste por adelante, supongo que por atrás también lo tendrás.
- Obvio, eres tú.
- Entonces... nada más que hablar...
Alba apoyó su cabeza en el colchón y cerró los ojos. Se puso a cuatro patas, levantando su culo. Natalia se retiró para observarla.
- Dios... no sabes lo caliente que me pones...
- ¿Aún más?
– sonrió Alba.
- Eres demasiado. – Natalia le devolvió la sonrisa y cogió algo de la mesita de noche. Alba sintió frio en su entrada. De repente, algo en su recto. Se tensó. – No, nena, tranquila, soy yo, sigo siendo yo, relájate... solo es un poco de lubricante...

Alba intentó volver a relajarse.
- Dios, si por adelante ya eres deliciosamente estrecha, no quiero saber cómo serás por aquí... - dilató un poco más esa entrada y retiró los dedos. Alba sintió el glande de Natalia presionando en su trasero. – Acéptalo cariño...
Alba intentó relajarse aún más, pero el corazón le latió rápido.
Natalia era una experta en el sexo, ella, aún llevar meses junto a Natalia seguía siendo una novata. Y le daba miedo, le daba miedo que se cansara. Un dolor la quitó de sus pensamientos. Un dolor, acompañado de un suspiro de Natalia.
- Nat, no creo que pueda... con toda...
- Shhh...
- Natalia la acarició, se inclinó hacia adelante. – Ya... ya está toda.
Alba entreabrió la boca. Llevó su mano hacia detrás para comprobarlo. Dios, había aceptado toda la polla de Natalia en su culo. La morena rió.
- Esto es demasiado bueno. – Se movió lentamente para no hacerle daño. Parecía que las nalgas de Alba la quisieran aprisionar más. – Oh... dios... no aguanto... ¡Ah! Ah... - Ella sintió como las descargas de Natalia sobresalían de su cuerpo, bombeándola con fuerza.

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Natalia trajo los platos con un par de huevos fritos, bacon y jamón.
- Aquí está... un desayuno – comida a las dos del medio día... al total estilo americano.
Alba sonrió y posó su mano en su barriga.
- Tengo hambre.
- Y no me extraña, después de lo salvaje que estabas ahí dentro.
– señaló la habitación de invitados.

- ¿Perdona? ¿Quién es la que no oye nada cuando está centrada en lo que hace?
- Claro, no oigo nada y por eso lo hago bien.
- Si, ya claro...
Natalia se quedó sorprendida.
- Ahora me dirás que no te gustó, con lo que disfrutas conmigo...
- Serás creída.
– dijo Alba tirándole un trozo de bacon.
- No me tires comida, que terminamos mal...
- Y nos acabamos de duchar.
– terminó Alba.
- Eso mismo. – Natalia sonrió, se acercó a ella y la besó. La observó con su camisa por encima. – Eres preciosa. Sobre todo cuando estas teniendo un orgasmo...
Alba se escondió en su cuello.
- Deseo ser la única que pueda verte así, en todo tu esplendor.
- Lo serás... ahora mismo solo quiero que tú seas la primera... y la última.

Natalia le besó la cabeza, besitos grandes, pequeños, seguidos, sonoros, sin ruido.

- He estado pensando...
- ¿Tu? ¿Pensar?
– se burló Alba. Y Natalia pareció molestarse. – Es broma... ya sé que tengo una novia muy lista – acarició su abdomen, desnudo. - ¿Y... que has estado pensando?
- Que como llega Navidad... te llevo de vacaciones.
- Alba la miró. – No es una pregunta. Ya tengo los tickets de vuelo comprados.

Protegeme (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora