𝐻𝑒𝑛𝑡𝑎𝑖 𝐺𝑖𝑟𝑙
[No necesito usar palabras simples
Pero ¿por qué? Quiero que seas mío
por completo. Quiero tocar tu cuerpo]
➢ A Tsukishima Kei Fanfiction
➢ Contiene lenguaje vulgar y escenas explícitas.
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la fiesta parte 2
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— No se que pretendes hacer, Tsukishima, pero no quiero lidiar contigo ahora mismo. — lo que pretendía ser una advertencia, salió de la garganta de Anna como un susurró de suplica.
Ikaguya lo empujó con todas sus fuerzas tratando de alejarlo, pero lo único que consiguió fue que este retrocediera apenas unos pasos. Aprovechando la situación, se giró para tratar de abrir la puerta, en vano. Kei la había cerrado con llave.
Trató de girarse para reclamarle al rubio, pero una de las manos del chico la sujetó con fuerza, apretándola contra la puerta. Entreabrió sus labios para decir algo, pero sintió algo cubrir su boca, impidiéndole hablar: la otra mano del rubio.
El cuerpo de Kei estaba apretado al suyo por la espalda, obligando a Anna a soltar un ligero suspiro ahogado por sus dedos. Lo siguiente que la peliblanca sintió, fue el suave aire del aliento de Tsukishima contra su nuca. Pudo percibir el olor a alcohol y menta inundar sus fosas nasales.
— No podrás escapar de mi esta vez. — amenazó, con sus labios peligrosamente cerca de su oído. A la albina no le hizo falta oír más para saber que estaba refiriéndose a la vez que tuvieron un encuentro en los baños del Karasuno. — Dime Anna, ¿Sé sintió bien besarlo? ¿Disfrutas provocándome de esta manera?
En seguida supo que se refería a Kuroo. Los dedos de la mano libre del rubio comenzaron a recorrer con lentitud la espalda de la chica, acariciando y apretando en los lugares perfectos. La imagen de Tsukishima besando a la de cabellos pelirrojos cruzó la mente de Ikaguya, provocándole una fuerte sensación de molestia.
— ¿Crees que puedes reclamarme algo cuanto tú hiciste lo mismo? — interrogó mordaz la fémina, cuando el rubio finalmente apartó la mano de su boca.
Kei no respondió a la pregunta, si no que en si lugar, obligó a Anna a girarse, tomando sus muñecas y estampándolas sobre su cabeza con una sola mano, y con la otra, la tomó por el rostro con algo de rudeza, obligándola a mirarlo a los ojos. Se abrió paso con su rodilla entre sus piernas y soltó un gruñido de molestia.