Adorable

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Shōto caminaba tranquilamente por las calles de Japón. Había tenido un día agotador en el trabajo, demasiado papeleo, adolescentes creyéndose villanos, peleas con verdaderos villanos, y horas extra. Ahora, el bicolor sólo quería llegar a casa, tomar un largo y relajante baño, y dormir hasta el amanecer.

Necesitaba un poco de paz, por lo que con anterioridad, le pidió a Katsuki que no lo recogiera ese día, y que le dejara llegar a pie. Justo ahora ya no parecía buena idea, y se lamentaba por las oscuras nubes que cubrían el cielo azul. Tras suspirar, Shōto siguió caminando, esperando que la lluvia no decidiera dar inicio mientras él seguía en marcha.

Un estruendoso sonido provocó un aterrador eco en la calle vacía, que hizo a Shōto estremecer. Las primeras gotas comenzaban a desprenderse de las nubes, y era cuestión de tiempo para que las calles, y él mismo terminarán completamente mojados. Trató de avisar a Bakugō de la situación, pero los mensajes eran ignorados, y las llamadas no parecían siquiera llegarle. Aún más frustrado que antes, apresuró su caminata, esperando que el clima se apiadara de él y su terrible día.

No pudo avanzar ni la avenida, cuando la precipitación empezó, y lo único que buscaba era no resfriarse. Realmente se arrepentía de rechazar la sugerencia de Bakugō.

Había caminado por 15 minutos aproximadamente, y juraba que no existiría absolutamente nada que pudiera arreglar ese desafortunado día.

La lluvia dejó de ser tan tormentosa, y sólo se mantuvo en un ligero lloviznar, a Shōto no podía importarle menos, ya estaba mojado, y la magnitud de las gotas era algo sin relevancia.

Abrumado hasta el cansancio y con la mente ocupada en el trabajo y en su casa, siguió andando directo a su hogar. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ligero lloriqueo, casi imperceptible ante el ambiente que se vivía en las calles. Pensó que fue una mala jugada de su mente, y estaba dispuesto a ignorar esa idea, hasta que el mismo lloriqueo se oyó otra vez. Un poco alarmado apresuró el paso, y su cabeza giraba en todas direcciones buscando el origen de aquel ruidito. Cuando dejó de escucharse, se detuvo en seco, esperando por el curioso sonido, un poco confundido. Pasaron varios segundos y no se escuchó nada, soltó un notorio suspiro y empezó a caminar de nuevo.

Tras un par de pasos más, el gemido se escuchó, y Shōto se detuvo nuevamente. Esta vez, el lloriqueo se escuchaba más claro. Estaba cerca del lugar proveniente del ruido.

Con pasos más lentos y suaves, se dirigió a dónde sus oídos dictaban. Cuando estuvo frente a un callejón, el sonido se intensificó, y el bicolor se adentró al sucio lugar.

La escena con la que se encontró fue deprimente y horrible. Una caja de cartón, completamente mojada, con manchas rojas por todas partes, al igual que el suelo que la rodeaba. La sangre permanecía alrededor de cuatro diferentes bultos, uno más grande que los otros.

Los ojos dispares se cristalizaron, y las lágrimas se camuflaron en sus húmedas mejillas.

Entre pedazos de vidrio roto, y comida mojada se encontraba una gata, con sus tres crías, todos muertos, reposando en el espeso líquido.

El impacto le obligó a colocarse en cuclillas, mientras llevaba una mano hacia su boca, para callar sus leves sollozos. Al estar más cerca de aquella terrible escena se percató de que los pequeños cuerpos inertes estaban llenos de cortadas, y que incluso tenían cristales enterrados.

Todoroki cerró los ojos, y las lágrimas fueron más. Su corazón estaba roto. No podía creer que alguien fuera tan cruel como para atacar y asesinar a cuatro gatos, que no lastiman a nadie.

Su corazón se llenó de furia, de tristeza, y de culpa. Los gatos no le hacían daño a nadie. Vivían dentro de esa caja de cartón, y eran alimentados por la comida vieja del local continuo. ¿Por qué engañar a esos seres inocentes con comida, para arrebatarles la vida tan dolorosamente? No lo entendía, y jamás lo haría.

BakuTodo Week 2021.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora