Día 08 de Febrero del año 1893.
★Edward★
†Ciel y Sebastian†
Dos ojos vacíos, que en primera instancia podrían parecer sin alma; más sin embargo claro que tenían una -y está estaba triste- ¡Oh pobre Condesa! ¡Oh pobre ama de llaves! ¿y porqué no? pobre Márquez. Ninguno de los tres quería que ese fatídico día llegase.
«¿Sabes porqué debo hacerlo?.. ¿Verdad?» Inquirió la menor, era más bien un intento de consolar a su amante y así misma, ésta le abotona el vestido de novia con la lentitud acostumbrada...
«Para conservar está casa vieja y un trozo de papel». Suspiró la morena «pero si eso hace feliz a mí señora, que eso se haga».
«No sólo por eso y lo sabes, no me hace feliz, en lo absoluto. Además, ese papel es un "seguro" para mí».
Sebastián se puso a la altura de Ciel y la miró a los ojos.«La comprendo, joven ama... Pero comprenda usted mis sentimientos. Siento que el fuego me sofoca desde dentro ¿Por qué..?» Lagrimeaba.
«Mí Sebastian...» Toma entre sus manos la cara de su morena «No soy de nadie más que de tí, además ambas sabemos que esto no va durar mucho...»
Con los ojos vidriosos y un tono de mejillas así como el de los pétalos de rosas: Sebastian se hincó ante Ciel; tan perdidas ellas en los ojos de la otra, más sofocadas por el amor era difícil que estuvieran y sin embargo el juego apenas iba comenzando.
«Se ve muy hermosa, joven ama».
Era verdad, la condesa llevaba el vestido de novia, hecho de la más cara seda, satín y la más fina de las organzas, hederado de su madre, fue costumisado y perfeccionado para la ocasión. Se ajustaba mucho a su delicada cintura, la falda del vestido caía, no era hampón como una rosa, era hampón como un tulipán, tenía mangas voluminosas en la parte de los hombros y se iban ajustando cada vez más y más hasta mostrar cuan delgados eran los brazos de la joven, era de cuello alto y ésto remarcaba el largo y fino cuello de Ciel. Su cabello azul grisáceo caía en pesados bucles de su «medio recogido» y enmarcarban el bello rostro de su dueña, que tenía maquillaje en extremo sútil. La imagen de una bellísima muñeca uns que toda niña fantasearía tener.
Su piel blanca den sueño y el lijerícimo rubor de sus mejillas, sumado al rosa de sus labios, espesas y rizadas pestañas, ojos grandes y de un azul índigo y cejas que combinaban a la perfección con su rostro de naturaleza inocente.
Un sueño perfecto; una calumnia perfecta.
BODA DE "C" & "E"
Bien decía Sebastián: Su joven ama debió ser actriz; saludaba con la más cordial de sus fingidas sonrisas a personas por aquí y por allá, algunas "más importantes" que otras, Edward lucía un elegante –y muy pulcro– esmoquin blanco, su cabello estaba bien peinado y sus zapatos impecables. Él por su lado hacia lo mismo que Ciel.
La ceremonia transcurrió como se esperaba, no hubo más que el típico sermón, las miradas serías y recatadas de los invitados y algunas llorosas, tan normal que era aburrido.
La ama de llaves estaba cuidando de los detalles y atendía las necesidades de los invitados, la atacaban recuerdos de su ama recitando los votos matrimoniales y sus entrañas se retorcían, contraían y porsupuesto que dolía. Servir fervientemente –tan como siempre– era su forma de evadir aunque sea solo un poco esa horrenda realidad. Entre la música de narices apretadas y el ruido de sus propios pensamientos.
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Solo Mía.
FanfictionSebastian es una demonio que a firmado un contrato con Ciel. Ahora Sebastian se cree incapaz de cobrar el contrato que ah hecho con Ciel -la condesa de los Phantomhive-. Ya que a descubierto sentimientos nuevos por su joven ama.