Una mañana normal en la mansión Phantomhive...
—Joven ama, es hora de levantarse—. Anunció la mujer vestida en negro, su voz era fuerte pero dulce, una voz capaz de acariciar; abrió las cortinas de la habitación y esta fue inundada con una luz violenta, o al menos así era para la chica en la cama (chica que pretendía ser una mujer), esta cerró sus párpados con fuerza, se cubrió de la luz con su almohada y gruñó.
—¡Sebastian, te eh dicho mil veces que no me despiertes así!— Exclamó la niña de nombre Ciel, haciendo énfasis en la palabra «no». Ella realmente odiaba el como la hacía sentir la luz por las mañanas. «¿Acaso está planeando quemarme los ojos?» Se preguntaba la joven (de una manera no tan irónica).
—Lo siento, mí señora, pero es que es la única manera eficaz de despertarle—. Se burló la criada, pues era muy cierto que la muchacha dormía cual oso en estado de hibernación.
—Puedo sentir tu estúpida sonrisa—. Aviso Ciel; quién abrió los ojos, con pesar se quitó la almohada dejando ver su gesto que por muy malhumorado, esa mueca no era capaz de eclipsar la belleza de las facciones delicadas de la chica, y sus ojos: uno benitoíta y el otro amatista, se dejaron por fin apreciar.
—¿Cuáles son los pendientes para hoy?— Preguntó sentándose en la cama, mientras trataba de que sus ojos se acostumbraran a la iluminación y aunque su tupida fila de curvadas pestañas le ayudaba un poco, sus ojos seguían sufriendo los estragos de la repentina luz.
—A las 10:00 de la mañana, tiene sus clases particulares de violín y luego por la tarde a las 4:00, vendrán esos empresarios del otro día.— Informo Sebastian que avanzó hasta su joven señora para servirle su acostumbrada taza de té de por las mañanas.
—¿No sé darán por vencidos? No voy a invertir en conservas—. Se quejó... «¿Qué demonios tiene que ver la comida enlatada con los juguetes y dulces?» se preguntó la condesa en sus adentros; daba sorbos silenciosos a su té.
—Me pareció entender que querían tratar otro tema con usted, my lady... De todas formas no hay duda de que my lady tomará la mejor decisión—. Puntualizó la peli-negra; que estaba en la búsqueda de un conjunto de ropa para su muy despeinada joven señora, ese extenso armario olía a nuevo y cuando el aroma llegaba a los pulmones, daba gozo. La pulcritud de aquella blanca madera no hacía más que anunciar el tipo de ropa con el que se ibas a encontrar, en su mayoría eran vestidos que podían cubrir el tobillo sin ningún esfuerzo, la tela se sentía como los besos de la persona amada en la piel. Los colores no variaban más allá del negro, blanco, diversas tonalidades de azul, un que otro verde olivo y la vergüenza de la condesa: qué era un rosa pastel, del cuál no se había deshecho por ser el regalo de su amada y difunta tía. «La baronesa, Angelina Durless de Burnett», dejando de lado aquella prenda, los otros vestidos fueron en su totalidad confeccionados por la talentosisima Nina Hopkins, que amaba coser para la condesa, ya que decía que era como hacerle ropa a la muñeca de porcelana más delicada y hermosa del mundo, esa muñeca que ella jamás pudo haber tenido, debido a que: nadie habría podido hacer una muñeca que le rosara los talones, a la belleza de naturaleza divina de la condesa Ciel Phantomhive.
Sin mucho pensar, Sebastian tomo el vestido más a su alcance que era de un azul oscuro, unas medias, ropa interior, unos zapatos con un tacón de seis centímetros y un nuevo corsé que junto a una buena crinolina parecían prometer.
La morena camino a la chica, quien ya más despierta se trataba de quitar un nudo de sus azules mechones con los dedos, estaba concentrada en ello y eso le hacía ver tierna (era tierna incluso cuando hacía de todo para evitar parecerlo). Ciel se dió cuenta de que su criada pretendía vestirla y ella se paro de la cama, espero a que la sonriente Sebastian llegará a ella. Así fue, Sebastian puso las prendas en una mesita que está ahí dispuesta justo para eso. Ciel miró a Sebastian y ella le devolvió la mirada con su habitual sonrisa que parecía tatuada en ella.
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Solo Mía.
FanfictionSebastian es una demonio que a firmado un contrato con Ciel. Ahora Sebastian se cree incapaz de cobrar el contrato que ah hecho con Ciel -la condesa de los Phantomhive-. Ya que a descubierto sentimientos nuevos por su joven ama.