5. «Lo que es correcto»

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En un mundo que se rige por lo que es correcto, deberíamos dar gracias a Dios por tan pocas cosas correctas.

★Ciel★

¿Quién decidió lo que era correcto? ¿Quién decidió que no era correcto? ; Tengo serios problemas con esas personas, si eh de vivir, si eh de morir, entonces va a ser a mí manera.

Ahí en medio de esa lluvia que parecía predecir el apocalipsis, con esa creatura que pretendía ser una mujer de belleza vulgar, no podía existir más opción –o al menos no la ví– que apegarme al dulzor de lo que no era correcto, excusándome en el frío de la noche, en el finjido miedo que me causaban los truenos: Le abracé.

¿Tienen ojos traviesos? Yo sí. Intenté no verla a los ojos, pues sabía que se vendría abajo la confianza que reuní con bastante trabajo. En lugar de eso, los muy traicioneros se fijaron en sus labios, ella se dió cuenta ¡Pues claro! Ella no era tonta; mis desobedientes ojos ahora vieron a los bonitos ojos borgoña de Sebastian, los cuales expresaban una pregunta, pregunta que yo estaba segura de que era burlona del tipo: ¿Quieres algo?, Nuevamente mire sus labios –ahora con toda la intención de dar una respuesta– Con eso busque responder a su interrogante ¿Qué qué quiero? Es sencillo: Sí, quiero un beso.

Creí que se había sorprendido o asustado por sus ojos de burla ahora eran de anonadada. «Talvez no se esperaba eso, o no soy de su gusto... cualquiera de dos» Pensé conflictuada.

Me pareció que se relajo y entonces fue que sus mejillas de hermoso terciopelo se colorearon de un discreto rosado ¿Lo había comprendido? Estoy segura de que las mías estaban hirviendo en rojo: sentía un calor creciente en ellas. ¿Qué se podía hacer en esos casos para evitar lo que el destino a escrito como inevitable? ¿Había manera de esquivar esa situación? Claro, claro que había maneras pero yo no quise que las hubieran. Ahora sé que en ese momento, yo decidí que no existieran maneras, en ese instante no fuí consiente de esa decisión. Me alegro de eso.

Se veía tan linda que por esos segundos no preste especial atención a qué ella también veía mis labios con cierto renuncia, puede que lo hiciera consciente o no, pero lo hacía ¡Oh si que lo hacía, si, lo recuerdo muy bien!  Apuesto a que lo hacía consiente, no disimulo, Sebastian no cuidaba esos detalles, al menos de ahí en delante. Me gusta eso de ella, eso la hace exquisita para mí –entre otras cosas, por supuesto.– Pequé de ingenuidad al pensar que yo no podía caer presa de ella y su condenada belleza, de sus escandalosas curvas, su pequeña cintura, esas delicadas facciones, oh perdonen por ser vulgar... pero ese trasero suyo tan firme y bien abultado que con el uniforme se veía espléndido y delito de gran gravedad sería omitir sus ojos que brillaban como los de una niña traviesa. Seguro que eso para algunas cuantas de otras mujeres sería más que un motivo de envidia, a mí... A mí me causa deseo hasta la fecha de hoy. ¿Saben algo? En lo que a mí respecta, "lo que es correcto" se puede ir por la borda.

Lo acepto, Sebastian me gano en este juego, en este reto del que ella jamás  estuvo consciente de que existió: reto que yo en un movimiento por demás inútil me reté a no enamorarme, a no babear y a no suspirar por ella. He perdido de forma evidente y deshonrosa, por lo general no pierdo un juego, está debió ser la excepción que confirmó la regla. Al darme cuenta de mí derrota me dió miedo, un miedo que hace temblar las manos, el miedo que hace que te den ganas de llorar ¿Por qué? ¿Por qué de entre tantas debiste ser tú, mí Sebastian? ¿Este siempre fue tu plan? ¿Lo tramaste con tal meticulosidad? O ¿Yo hice tantas historias por nada? Rogué en mis interiores por tener y no una respuesta de parte tuya: Un sí o un no me hubieran hecho derrumbarme sin duda alguna. Pero ahora a pesar de que el miedo en mí pecho sigue latente, quiero saber ¿Qué piensas tú, mí siempre amada?  Que gloria cuando te acercaste unos centímetros, pude sentir las puntas de nuestras narices rosar, ¡Ay juro que me recorrió el cuerpo algo muy parecido a un rayo en ese momento!

Mí temerosa mano escaló decidida hasta su nuca, sentí lo helada de su piel... Tan agradable, me encanta. La acerque a mí y incline la cabeza de forma suave para que nuestras narices no se estorben entre si, noto que ella me abraza más fuerte y como siempre a sido impaciente, completa mí trabajo. «Se-sebastian» le llame en pensamientos. No lo podía creer. Estaba saboreando sus labios, eran dulces, lo siguen siendo, tan suaves. No sé a qué hora deje de ser yo la que dirigía el beso. Me dió la vuelta y arremetió conmigo contra el asiento, un «mhg» escapó de mis labios. En definitiva lo que es correcto no va conmigo.

Solo me abracé a su cuello, me podía hacer lo que ella quisiera. Se recargó en el asiento y ahí fue donde sentí que temblaba. Sebastian se apartó de mí un poco.

—Joven ama... Por favor... Puede hacer lo que quiera conmigo, pero, ahora... Haga algo por mí... ¿Sí? —Me pidió, su voz parecía desequilibrada.

—¿Qué pasa? —Mi voz no se oía mejor, todo lo contrario.

—Joven ama, quiero que sea mía, sea mí niña y mí amante.

Acepté, yo ya había aceptado desde antes de que esa petición fuera pronunciada por Sebastian. No quería "ser más suya", lo deseaba como pocas cosas en mí vida.

—Sí... Sí quiero.

—Ama... Soy suya ¿Usted es mía? Dígame, por favor.

—Lo sabes de sobra. —Era cierto, y lo cierto era que yo era más suya que ella mía, pero había que aparentar.

—No me gusta esa respuesta. —Tenía cara de niña caprichosa, es infantil y me gusta.

—Eres muy molesta... —Seguro que estaba sonrojada. —La respuesta es: sí.

—Eso le gusta un poco más a mami.

—¿Eres mí mami? —Arqueé una ceja divertida, creo que entendí su juego.

—Umhh, sí. Y eres mí niña. —Sonrió traviesa. «Ya caí, por completo.» Eso pensé. —Te haré sentir cosas bellas, mí niña.

—Hazlo ya, "mami". Porfavor. —Pedí casi en súplica, el "mami" lo dije con dejo de sarcasmo.

—¡Uy, que niña tan educada tengo! Te mereces un premio ¿Verdad? —Empezó a besar y morder mí cuello, lamía un poco entre beso y beso. Sonidos que prefiero no especificar salieron de mí boca; en algún momento a mí vulva le dió por imitar a un corazón: Latía. Se sentía como un baño caliente en el que tu cerebro no sabe muy bien que hacer, así que opté por la mejor decisión: No darle órdenes. —¿Te gusta? ¿Sí? Dile a mami si te gusta.

—Sí, me —suspiro —gus...ta, —Ya no importaba si estaba roja cuál tomate, sentía como el corazón entre mis piernas latía cada vez más, dolía, dolía delicioso. —Du...ele, mami... —Me gusto eso de llamarle "mami".

—Lo sé. Mami se va encargar para que nada le duela a su niña. —Aclaró coqueta. Me dió un leve beso en los labios y me acarició la mejilla ¿Qué acababa de hacer? No me importaba.

Sebastian es sólo mía.

Continuará...

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Un poquito de mommy kink ¿Les agrada? Podrían haber más capítulos con "Mommy kink" más explícito. La historia no jira alrededor de esto, así que si les disgusta no se preocupen.

Les extrañé, les mando un besito a todos y cada uno de ustedes, comenten si tienen algo que comentar, valoro y aprecio mucho sus votos y comentarios.

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Los ama profundamente, Anaira_Mailuz3

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Solo Mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora