En una mesa en el colorido jardín de la mansión Mirdford, una pareja se disponía a conversar, tal vez del futuro.
-¿Para qué quería hablar conmigo a solas? Condesa.
-Mira Edward... No me gusta alargarme en las conversaciones así que iremos al punto: Quiero ofrecerte un trato.
-Ya decía yo... ¿De qué trato estamos hablando?
-Perdere mí título así como todos mis bienes de no contraer nupcias en brevedad. Te voy a ser muy sincera: Los hombres no me van a mí y se que yo a ti tampoco. Así que te propongo que nos casemos en febrero del próximo año, será un matrimonio basado en las apariencias. Lo prometo. Tú serás libre de tener una vida conyugal al igual que yo. En cuanto a herederos podremos adoptar a un niño y hacerlo pasar por nuestro. Podremos separarnos legalmente en tres años, si duramos un poco más nos creerán nuestra artimaña con más facilidad, en todo caso el mínimo son tres años. -Explicó.
-¡! Lo tiene bien planeado ¿Verdad? ¿Y yo que ganó en esto? -Edward no sabía de qué se sorprendía, después de todo Ciel es Ciel.
-Un 20% de las acciones de mí empresa al divorcio, un heredero y la oportunidad de ser feliz con quién tú ames de por vida. Cuando quieras podemos hacer un contrato en físico y entonces discutir si agregamos algunas cláusulas. No te preocupes por la ceremonia religiosa, de no poderla evitar contrataremos un actor bajo contrato de confidencialidad y será algo con únicamente familiares a ocultas de los medios.- Finalizó para darle un sorbo a su té.
-Mí querida condesa. -Exclamó con tono juguetón. -En tu mundito todo gira al rededor de contratos ¿Verdad? ¿Y si quiero un heredero de sangre?
-A tú primera pregunta: Sí.
A tú segunda pregunta: Puedo hacer el sacrificio.-¡Vaya! Nunca imaginé que usted fuera de esas "desviadas" -Hizo el comentario con intención de que fuese gracioso, sin embargo solo recibió un silencio muy incómodo: supo que se había excedido. Su receptora se mantuvo seria y elevó una ceja. Edward se encogió en su propio asiento y a decir verdad ya no sabía que hacer con la bola que se gestó de a poco en su garganta. -Acepto el trato-. Finalizo Edward.
-Esplendido, entonces así será. Si vas al salón con esa cara no nos creerán, muestra una sonrisa, camina recto, muéstrate relajado... Yo que se.
¿Qué se podían imaginar ustedes?
Tal vez acertaron. Ambos jóvenes hicieron sus mejores actuaciones y dejaron así a una familia con la "feliz noticia". Ciel partió en la noche a pesar de que todos le pidieron quedarse debido a la tardía hora, ella se excusó diciendo que el cochero ya había venido y le parecía descortés hacerle partir sin paga alguna.
Ya en el carruaje había un incómodo silencio entre ama y ama de llaves, silencio el cuál Sebastian se estaba esforzando mentalmente por romper, Ciel solo estaba pensativa.
Sebastian extrañamente no sabía cómo hacer un comentario acertado, sentía que debía decir algo. Ella sabía de la propuesta que su ama le había hecho al joven Edward y por alguna razón sentía como si le hubiera caído una montaña enzima... Se veía muy al margen de todo y eso le hacía sentirse innecesaria: Sebastian por lo general estaba muy involucrada en la vida de su joven señora, ahora Ciel se iba a casar y por muy finjido que fuera el matrimonio no le gustaba la idea de que alguien más fuera a tocar a la que ella consideraba su ama.
Era su ama, la misma que era dueña de aquella piel de durazno... esa piel que le provoca sentimientos de gloriosa al poderla apenas rosar, ahora alguien más tendría ese derecho y algunos más, aunque no fueran a intimar.
«Mí joven ama... Se el porqué de sus decisiones, pero ¿Es tan real esta necesidad?» Pensó Sebastian.
-Sebastian...- Empezó a hablar la condesa más fue interrumpida por un golpe que retumbó en todo el carruaje y dejaron de avanzar. -...¿Qué fue eso?
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Solo Mía.
FanfictionSebastian es una demonio que a firmado un contrato con Ciel. Ahora Sebastian se cree incapaz de cobrar el contrato que ah hecho con Ciel -la condesa de los Phantomhive-. Ya que a descubierto sentimientos nuevos por su joven ama.