Si entráis en el preciso momento de: a las 4:00 de la tarde a la mansión Phantomhive, más concreto al estudio de la propietaria de dicha mansión. Podríamos observar a la joven en cuestión revisar edificaciones enteras de documentos.
La condesa se encontraba molesta ¿Acaso había alguna razón para que estuviese en esos ánimos? La verdad era que sí, pero ella prefería callarse esta razón y guardarse con recelo este secretito suyo para si misma: Ella no era de gran relevancia para la sociedad burguesa, sino tenía un esposo y eso al cumplir 20 años le costaría el título de «condesa».
¿Le podría valer de algo? Es decir, si se casaba con un vizconde o un barón ella se haría de sus respectivos títulos, títulos por debajo del suyo. Si se hacía con un conde como esposo podría conservar su título.
Si se casaba con un Marqués, Duque, Archiduque, Infante o Príncipe sin duda le beneficiaría al adoptar uno de esos títulos, aunque ya muy por debajo de un príncipe, se conformaba con seguir siendo una condesa y enganchar su brazo al de un conde.
Esa siendo la que bien podría ser su mejor suerte... No dejaba de provocarle una sensación de soledad el imaginarse a ella llevando aquella vida; la vida de ser «una buena esposa» era tan distinta a lo que hubiese ella deseado, al imaginar aquello sentía como si su corazón hubiera tomado vida propia y con aquello le hubiera salido una boca por la cual tomó un trago de café con absolutamente nada de azúcar o algún otro endulzante.Le beneficiaría casarse con alguien de puesto superior, en general, le beneficiaría casarse, lamentablemente su apellido se vería perdido. Tantos años por los que se había forjado el respeto al apellido «Phantomhive» se irían por la borda, eso al casarse ¿Alguien abandonaría su apellido por casarse con ella y adoptar el suyo? Realmente no era la raíz del problema, ya que, sin duda alguna abría una kilométrica fila de interesados, pero, más esto no era lo que causaba el estado abochornado del cerebro de la condesa, era el imaginarse del brazo de un hombre lo que hacía que dentro de ella alguien le apretara el estómago como quien exprime un trapo mojado, le provocaba sentarse aún más derecha y cerrar los ojos para que el fantasma de la imagen se fuera. La idea de los hombres no le gustaba, le hacía sentir asqueada en cierto nivel. El matrimonio era lo que su corazón le demandaba encarecidamente evitar, pues le susurraba varios «No, por favor.» y lo hacía con una voz de niña pequeña que estaba asustada, a pesar de que estar asustada era el estado natural de Ciel: ella odiaba sentirse asustada, le creaba la idea de que era débil ¿Qué tanto era eso cierto?
¿Por qué no habría de poder amar a quien ella se sintiera cómoda de amar?
¿Por qué tenía que obligarse a fingir aún más su vida? O ¿Había sentido alguno en no fingir?
Después de todo, jamás iba a poder ella pensar en la vida normal ni muchísimo menos en aquella por demás fantasiosa vida del paraíso acaramelado.
Ciel desearía poder no sentir repulsión a la imagen de ella con un hombre ya que le convenía, le era en beneficio ¡Ella ganaba! [...] Pero ganar de esa forma se le quedaba corto, desearía dejar de imaginar que sus labios eran consentidos por los de otra bella mujer.
¿Cuando dejaría de tener esos pensamientos? ¿Y por qué no podía evitar suspirar ante ellos?
¿Quién entendería?
¿Podía confiar en alguien?
Ella bien podría escribir y luego triturar el papel en microscópicos trocitos con sus uñas... Pero perdida en los mares de su paranoia ella consideraba que si se tenía la determinación esos trocitos eran fáciles de unir milímetro por milímetro.
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Solo Mía.
FanfictionSebastian es una demonio que a firmado un contrato con Ciel. Ahora Sebastian se cree incapaz de cobrar el contrato que ah hecho con Ciel -la condesa de los Phantomhive-. Ya que a descubierto sentimientos nuevos por su joven ama.