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03. ʀᴇᴅᴇᴍᴘᴛɪᴏɴ


No puedo dejar de pensar en las palabras de Kimball Cho, y tampoco puedo puedo evadir la situación en la que me encuentro justo ahora.

La hostilidad en mis palabras fueron bastante claras y dejaron a la imaginación su verdadero significado. Nadie ha dicho nada desde entonces, y es todo lo que necesito para aclarar mis ideas y hacer desaparecer el nudo que se ha formado en mi estómago.

La tensión cae sobre mis hombros nuevamente al momento de repasar cada una de las palabras anterior dichas y una bola caliente se desliza por mi garganta al instante.

Definitivamente no puedo pasar por alto el simple hecho de que Patrick Jane se pensaba que no lo descubriría. Que, tal y como él dedujo, yo no podría adivinarlo.

Claro que no. Yo no soy cómo él. La habilidad que poseo no es tan alta como la suya, y justo ahora estaba percatándome de ello con cierta amargura.

Una vez más lo tomo todo en cuenta y no puedo evitar sentirme inquieta en el proceso. Las preguntas atestan dentro de mí y no puedo responder a cada una de ellas de manera coherente. Entonces, el desdeñoso pensamiento surge de entre la oscuridad y termina por romperme la cabeza con su pregunta más vertiginosa: «¿A quién te estás enfrentando realmente?...»

Es ahí cuando todos los puntos se unen y no me queda más que temblar sobre mi lugar.

«Él lo sabe. ¡Él conoce tu pasado!».

Difícil es aceptarlo, mas no imposible el intentarlo.

Todo estaba claramente escrito en largos términos que yo me había olvidado de leer, y ahora me encontraba firmando con puño y letra sin siquiera saber qué era lo que me esperaba.

De manera fulminante, vuelvo a repasar los actos del señor Jane, ideando alguna especie de estrategia para no verme como una novata en su estúpido juego. De ninguna manera puedo permitir que ese hombre esté a dos pasos delante de mí. 

Asimismo, él era todo lo que temía convertirme algún día (aún ignorando por completo que ya comenzaba a aferrarme a la crueldad de mis actos).

Puedo imaginar cuán solo él debe sentirse y cuán incómodo puede llegar a ser el tener que fingir ante todos que estás bien, que —eso— no lo recuerdas siempre y que aquello no te atormenta día con día. Sonreír a diario, reír, mostrarte animado. Todo ello era una máscara que se ajustaba perfectamente a nuestra situación. El llevarla puesta se siente reconfortante, después de todo; aunque nunca suficiente.

intuition ─ THE MENTALISTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora