Sanando heridas

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Recuerdo que mi mamá me dejó ahí tirada como un trapo viejo, estaba tan molesta que me golpeó hasta ya no tener fuerzas, me dejó encerrada nuevamente, pero esta vez lo único que hice fue llorar y dormir, porque no quería moverme para nada.

Estando dormida escuchaba la voz de mi mamá, pero no quería despertar, me sentía bien estando con los ojos cerrados. Cuando por fin desperté no estaba en mi habitación, estaba en otro lugar, en una habitación muy bonita. Escuché que mi mamá decía que esa era mi habitación, pero era la que ella ocupaba.

Había una persona más conmigo en esa habitación pero no la conocía, cuando le iba a preguntar, entro mi mamá y le pidió que saliera, y de una vez me dijo, nada de andar hablando con ella, si le hablas ella se queda sin trabajo y sabes tiene una familia que mantener.

Además ella acepto el trabajo de cuidarte, ya con eso sabes el gran sacrificio que está haciendo, cuidarte a ti no es nada fácil.

Ella me estaba cuidando, era enfermera, no pude platicar con ella, pero un día fingí estar dormida, ella hizo una llamada, hablaba con su hija y le comentaba que había aceptado el trabajo porque le iban a pagar muy bien, pero estaba asustada de ver mi situación y no poder ayudarme, porque solo estaba allí para curar mi espalda y que yo mejorara físicamente.

Le contó que me habían encontrado golpeada, con la espalda casi destrozada de tanto golpe, parecía que me habían pegado con látigo, como si fuera un animal indomable, no creía la versión de que había sido un asalto.

Yo al escucharla revivia ese momento y no logré contener las lágrimas, ella corto de inmediato y se acercó a mí. Me pregunto que pasaba, que podía confiar ella, pero cuando ella decía eso, mi mamá observaba desde la puerta, empecé a hiperventilar y la enfermera salió en busca de algún medicamento, mi mamá se acercó, tapó mi nariz y dijo que crees que estás haciendo, ya te advertí, cuando la enfermera entro ella se mostró preocupada y le dijo que nos dejaba solas, pero que le fuera a informar porque me había pasado eso.

La enfermera dijo, tranquila, con este medicamento te relajaras y te repondras muy pronto, iré a hablar con tu mamá, estaba muy preocupada.

Según yo había pasado un día, desde el día que mi mamá me pegó, pero no, yo estuve inconsciente, me pegó tanto que lo olvidé, solo recuerdo que no quería moverme, ella me dijo que tenía cuatro días de estarme cuidando, pero siempre estaba dormida.  Luego me avisó que el día lunes retornaría a clases, pero que ella siempre estaría allí en la casa, para cuando regresara y curar mi espalda. No quería que los días pasarán y que fuera lunes, pensaba en mi espalda y en qué ropa debería de usar para que no me vieran mis moretones y cicatrices.

El día lunes llegó y era el momento de regresar a clases, aún me sentía débil, pero yo solo debía obedecer.

Al tratar de ponerme la mochila en la espalda no soporte el dolor, así que me la lleve cómo cargando una bolsa de papel del supermercado.

Cuando llegue a clases, todos me miraban, pero se hacían los que no. Fue un  día tranquilo, algunos docentes estaban atentos y me dieron material para ponerme al día. Pero cuando llegó el momento de la doble clase, hubiera preferido no sanar nunca con tal de no regresar, no sé porque el profesor se portaba tan mal, yo nunca me había portado mal con él.

Me dio únicamente el tiempo en clase para que copiara lo de una semana que no había asistido. Eso era imposible, y así que otra vez me quedaría más tiempo después del horario de clases.

Cuando me fui a mi castigo, el docente encargado era él y ahí estaban las personas que me hacían sufrir, me rodearon y dijeron que me iban a dar la bienvenida, que les había hecho falta. Yo solo le dije que porfavor me dejaran tranquila pero el profesor me regaño por ser antipática y no ponerme feliz del recibimiento que me daban.

El salió y dijo ya saben lo que tienen que hacer, yo me senté en mi escritorio y empecé a sacar los cuadernos pero mis compañeros empezaron a decirme que les contará como había sido mi castigo, que porque falte una semana, yo les dije que no podía decirles, entonces dijeron o nos dices o nosotros también te castigaremos.

Les dije que me pego en la cara, y que luego con su cinturón, era la verdad, pero no creyeron mi versión, entonces alguien me tomo por la espalda, grite mucho porque aún mis heridas estaban curandose, entonces dijeron que era muy exagerada y me empujaron, mi espalda se golpeó con un casillero y sentí como si mi espalda estuviera quemándose, empecé a llorar y cuando el profesor llegó, me dijo que que hacía ahí, que acaso no entendía que debía estar en mi escritorio, me puse de pie y cuando estaba apunto de sentarme, dijeron que mi uniforme estaba manchado de sangre. Me mandaron a la enfermería pero no les podía enseñar mi espalda, así que salí del colegio, tome un taxi y fui al departamento.

La enfermera estaba ahí, y se asustó al verme llegar con el uniforme manchado de sangre. Me pidió que me quitara el uniforme y empezó a curarme, le quería contar lo que pasaba pero las palabras que había dicho mi mamá me lo impedían. No quería que ella se quedara sin trabajo, ella era una buena persona.

Llamó a mi mamá, le comento el incidente, después me dijo que descansara pero le contesté que no, que debía hacer mucha tarea.

Empecé a hacerla, en la mesa del comedor pero las pastillas me dieron mucho sueño y me dormí, desperté cuando escuché la voz de mi mamá, preguntando por mi, de solo escuchar su vos, mi cuerpo se sentía tenso y mi respiración se agitaba.

Solo observó mi espalda y se fue a la habitación, converso con la enfermera y después ella se fue.

Ella había estado cuidando de mi y me sentía culpable, pensé que la había despedido. Eso me ponía muy triste, ser la causa de otro sufrimiento.

Cuando mi mamá salió le pregunté; me dijo que sólo la había contratado por pocos  días, ella debía ir a su casa a a ver a su familia, pero que regresaría a una hora definida todos los días, porque no era necesario que se quedara permanentemente .

Agradecí a Dios mentalmente por no tener la culpa está vez. Luego le mostré las tareas, tomo fotos las envío al Director y a los docentes, me sentía aliviada porque si ella hacía eso tenía pruebas de que si hacía las tareas aunque en el colegio me las destruyeran.

Luego ella me preparo la cena, comí pausadamente aunque tenía mucha hambre, cuando termine y me dirigía a la habitación, me habló y dijo, en esa habitación ya no, vete a tu cuarto, ya no tenemos que aparentar. La pared corrediza se movió y entre a mi habitación, ya me había acostumbrado a la cama en la que estuve durmiendo. Pero no tenía opción.

¡Espero que todo Mejore!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora