Cuatro chicas esperaban a las menores del grupo recostadas del auto de la peliazul que veía un video con su novia abrazándola por la espalda con su mentón apoyado en su hombro, casi olvidándose del motivo de su estadía en aquel lugar, hasta que Momo las saco de su burbuja con sus reclamos a las menores.
— ¡Oigan ustedes dos! — Exclamó señalando a las dos chicas que caminaban en su dirección tomadas de las manos. — ¡¿Donde estaban metidas eh?! Tenemos media hora esperándolas. — Dijo en modo de reproche, y no es que estuviera molesta, le era imposible molestarse con las niñas bonitas, pero todos sabían que con el hambre de Hirai Momo nadie debía jugar.
Las menores compartieron una mirada nerviosa y la ojiazul mordió su labio sin saber que decir, ya no solo tenían la mirada de la pelinegra sobre ella, sino que las mayores las miraban en espera de una respuesta, misma que les dio Tzuyu, con una tranquilidad que sorprendió a la contraria. — Lo siento Unnie es que estaba ayudando a Minari con unas cosas en...
— El salón de arte. — Agregó Mina rápidamente, viendo como la Taiwanesa le regalaba una sonrisa ladeada mientras Momo, quien no les creía una sola palabra y las miraba con los ojos entre cerrados asintió analizando su lenguaje corporal sonriendo de repente.
— ¿Y por eso los labios de ambas siguen hinchados? — Cuestionó provocando que las dos se sonrojaran y evadieran su mirada, Tzuyu rascándose la nuca y Mina pasándose la lengua por los labios.
Fue una suerte que a pesar de que río suavemente al darse cuenta de su estado, Jeongyeon intervino en su rescate.
— Dejalas ya Momo, vamos que se nos hará tarde y quiero una mesa con vista al río Han. — Contó luego de cerrar la puerta del copiloto donde ya estaba sentada Nayeon asegurándose de que todo estuviera en orden con su maquillaje, reflejándose en el espejo del retrovisor.
— Si, si como digas, en marcha. — Habló la pelinegra mirándolas con los ojos entre cerrados subiendo al auto seguida de Sana que se sentó en sus piernas para hacer más espacio, aunque fue casi innecesario pero sabiendo lo cariñosas que eran esas dos, ninguna dijo nada.
Mina por su parte sin soltar la mano de la morena recostó su cabeza en su hombro, como algo tan natural entre ambas, sintiendo la paz que tan solo la compañía de esta y sus amigas era capaz de generarle, era hermoso sentirse querida e importante para Tzuyu, ser parte de algo lindo, la causa de la sonrisa de quien la quería de una forma que jamás imaginó.
Y perdida en la felicidad que un amor como aquel podía hacerle sentir ya no solo su mano era la que estaba unida a la de la morena cuando llegaron a aquel pequeño restaurante en el que habían planeado ir, ahora también su otra mano rodeaba el brazo de la Taiwanesa mientras caminaban junto a sus amigas en búsqueda de una mesa, manteniendo la misma posición cuando la encontraron y se sentaron todas.
— ¿Y que pedirán? — Habló Jeongyeon quien había tomado el pequeño menú sobre la mesa echándole un ojo, aunque ya conociera a la perfección todo su contenido.
— Oh aquí sirven una buena carne y postres así que quiero de todo eso. — Respondió Momo emocionada tomando el otro menú con los ojos brillando al ver tantas delicias juntas.
Todas estaban al tanto de lo mucho que la japonesa mayor amaba comer, aunque las menores no se quedaban atrás. — Lo sabemos Momoring, por eso eres tan saludable. — Le dijo Sana que acarició su cabello como si de una niña pequeña se tratase despertando la ternura de las menores que veían la escena con una pequeña sonrisa, siempre habían admirado la relación de las japonesas pues a pesar de todo lo que dijeran de ellas, Mina y Tzuyu jamás habían conocido a dos chicas que se amaran, se apoyaran y se cuidaran tanto como Momo y Sana lo hacían.
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Adicta al Cielo || MITZU
RomansaTzuyu es adicta a la voz de Mina, a la sonrisa aniñada de Mina, a los lunares en el rostro de Mina, al cielo en el azul de sus ojos. Tzuyu es adicta a Mina. Y aunque Mina no lo acepte, aunque intente convencerse de que quiere a su novio, ella misma...